análisis

Cataluña: regresa el nacionalismo genuino

El error profundo y sistémico del PSC presagia un larguísimo ciclo nacionalista

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Tras un viaje descabellado de siete años, Cataluña ha vuelto donde solía, a la reconcentración nacionalista, aunque en unas condiciones distintas de las de partida y, gracias a ello, todos hemos de asistir al espectáculo con mayor inquietud en las alforjas. En efecto, en 2003, el gran proyecto político del nacionalismo catalán de centro derecha nacido impetuosamente en la Transición daba pruebas de un serio desgaste después de 23 años de ejercicio del poder, y la retirada voluntaria de Jordi Pujol facilitaba la renovación. Sin embargo, paradójicamente, el PSC, la otra gran fuerza política catalana, de centro izquierda, lejos de embridar el nacionalismo identitario de su predecesor y de impulsar el proceso político hacia el centro, se alió con la fuerza independentista y se lanzó a un absurdo viaje hacia ninguna parte… del que ahora ha debido apearse escaldado y con el rabo entre las piernas.

La derrota del PSC a manos del nacionalismo genuino -los nacionalistas prefieren como es lógico el original a la copia- no tiene visos de ser un simple tropezón en el camino. Tras las alucinaciones soberanistas de Maragall, la patética mediocridad de Montilla y la aventura estatutaria de ambos, el socialismo catalán ha perdido a buena parte de su clientela natural -el progresismo burgués y el obrerismo de las nuevas clases medias, hoy huérfanos- y, lo que es más grave, ha entregado a sus adversarios todas las referencias políticas. Y si, como parece más que probable, pierde también en mayo el Ayuntamiento de Barcelona, el congreso del PSC que deberá celebrarse inmediatamente después de la débacle municipal no podrá conformarse con recomponer simplemente la figura: habrá de partir de cero y de acometer una ardua labor fundacional que puede costar años. Y que previsiblemente no llegará a tiempo a las elecciones generales de 2012, lo que constituirá un gravísimo contratiempo para el PSOE, cuyos dos últimos mandatos se han basado en su extraordinaria hegemonía en Cataluña. El PPC es ya, brillantemente, la tercera fuerza catalana.

Quiere decirse, en fin, que el error profundo y sistémico del PSC presagia un larguísimo ciclo nacionalista en Cataluña y un contratiempo estructural para el PSOE estatal. Con la particularidad de que, demonizado y mutilado el Estatuto de Autonomía y abierto el melón independentista, la relación entre Madrid y Barcelona será, por decirlo suavemente, tormentosa a partir de ahora. En recientes declaraciones a la prensa de Madrid, Mas ya afirmaba con toda naturalidad que quien quiera conseguir su apoyo en el Parlamento estatal deberá acceder primero a negociar con Cataluña el concierto económico… Una fórmula que, obviamente, no cabe en la Constitución. Al menos, en esta constitución.