LA RAYUELA

Érase una vez la ciudad

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Érase una vez una ciudad que producía en sus visitantes un embeleso que les arrebataba el sentido. El Barón de Férussac, la describía en1823 así: «Desde el punto de vista de las costumbres, los usos y el tono de sus habitantes, es totalmente diferente del resto de las ciudades de España. El gran concurso de extranjeros...hace esta ciudad en todo semejante a las demás ciudades agradables de Europa. En efecto, cuando se llega desde el interior de España, se experimenta la misma sensación que si se hubiera salido del reino; y si se llega allí desde el extranjero. cree uno haber entrado en otro país. el contraste es llamativo. Es para España lo que París para Francia, el séjour del buen tono y el punto de encuentro para los placeres»...(las mujeres) «tienen un aire un poco libre, en verdad, pero, sin embargo, son más cultivadas que en el resto de España. También se va (allí) como se va a París en Francia, para adquirir el buen tono...».

Para Alejandro Ramírez (1791) «quien desee conocer el corazón humano y ver los efectos prodigiosos del comercio y de la industria debe venir a admirarse». Dalrymple, escribía en 1774: «Es una de las ciudades de España en que las costumbres son más libres y la manera de vivir más agradable. reina una prestancia en las maneras, una nobleza en las formas, una educación en la vida ordinaria que no se encuentra en ninguna parte. En ella se busca mucho el placer y aun dedicándose de lleno sus moradores a los asuntos comerciales en los que se ocupan una buena parte del día, la danza, el juego, los paseos, la sociedad y el amor no están ausentes, pues aprovechan para ello todos los momentos libres...Las mujeres son amables, vivas, animadas, afables y nada pacatas, reúnen a la vez la belleza, la gracia y un tono seductor al cual se resiste difícilmente».

«Todo se le antoja a Ponz aseo, limpieza, prosperidad, ilustración en suma; en aquella (ciudad) de 1791: sus gentes, su caserío, sus calles, de empedrado por lo común excelente, dotadas de muy buen alumbrado y con un extraordinario comercio, donde podían encontrarse géneros de todas las partes del mundo...es una ciudad regalada, divertida, de buen trato, rica y donde se vive alegremente. Su bahía, repleta de buques de todas las banderas del mundo; en la que sólo durante aquel año habían fondeado hasta ochocientos cincuenta y siete navíos, ciento setenta y siete de ellos procedentes de nuestra América». Federico Rubio catalogó a sus habitantes en «cultos o menos cultos» y cita el encargo de las Siete Sinfonías, de Haydn, los 70 periódicos o el teatro que funciona a diario con obras en francés e italiano. Para Gautier: «No existen en la paleta del pintor ni en la pluma del literato colores bastante luminosos para dar la impresión brillante que nos produjo.No puede imaginarse nada más radiante, más deslumbrante, de una luz más difusa y más intensa al tiempo». O Lord Byron: «Brillante (ciudad), que te elevas hacia el cielo desde el centro del azul profundo del mar. Venus se dignó escogerte como su morada».

¿Han adivinado de qué ciudad se trata? Véanlo en la exposición que se inaugura el jueves 16 a las 8,30 en el Palacio de la Diputación Provincial, a la que les invito cordialmente.