Señorío de Otazu: vino, arquitectura y arte

Esta bodega, ubicada a ocho kilómetros de Pamplona, elabora un vino de pago oficial, máxima categoría que se puede otorgar a un vino y su viñedo

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Lluvias abundantes en invierno y muchas horas de sol en verano, conforman el microclima perfecto para hacer que en Etxauri, a solo ocho kilómetros de Pamplona, se produzcan los excelentes vinos de Señorío de Otazu. Esta bodega, ubicada en un paisaje de película, combina en un mismo espacio vino, arquitectura y arte. Cuenta, además, con el honor de ser una de las pocas casas de España donde se elabora un vino de pago oficial, máxima categoría que se puede otorgar a un vino y su viñedo. Visitar esta bodega es conocer un auténtico templo de la vintivinicultura.

Enclavada entre las sierras del Perdón y de Etxauri, Señorío de Otazu domina el paisaje como si de un auténtico templo del vino se tratara.

Así al menos lo han concebido sus dueños, que tratan de recuperar la tradición vinicultora de los primeros moradores de esta tierra, allá por el siglo XII. El amor por el vino no es lo único que han recuperado, también varios edificios renacentistas que todavía siguen en pie en la finca: un palacio renacentista (S. XVI), una torre de defensa (S. XIV), una iglesia románica (S. XII), y la bodega (S. XIX). El patrimonio arquitectónico se completa con un paisaje espectacular: un frondoso bosque y las viñas de las que nacen sus vino.

Los caldos de Señorío de Otazu se elaboran únicamente con las uvas procedentes de su propia finca. Se trata de 115 hectáreas de viñedos en las que se cultivan hasta cuatro variedades diferentes: Tempranillo, Merlot y Cabernet Sauvignon para los tintos y Chardonnay para los blancos. Cada una de ellas fue plantada en una zona estratégica del terreno atendiendo a sus necesidades de calidad del suelo, humedad y horas de luz. Para el tratamiento de la uva y elaboración del vino, se cuenta con la vieja bodega del siglo XIX, ahora rehabilitada y dotada de las últimas tencologías, y una nueva bodega, construida en su mayor parte bajo tierra, con una impresionante sala abovedada donde reposan las barricas en las que los caldos maduran.

Fuente: Guía Repsol

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