Hilario Barrero, premio de Literatura de la Academia de Bellas Artes de Toledo

Reunidos este miércoles los jurados para juzgar los méritos de los aspirantes a los Premios Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo (RABACHT) de Artes, Historia, Literatura, Patrimonio y Rehabilitación correspondientes al Curso 2014/2015, han resultado elegidos los siguientes:

En el apartado de Artes hasido premiado Francisco Plaza Díaz, «por su extraordinaria labor, avalada por cerca de un cuarto de siglo de éxitos, al frente del Teatro de Rojas, del que ha hecho un referente cultural en Castilla-La Mancha y a nivel nacional e internacional».

En cuanto al premio de Historia, ha recaído en István Szászdi León-Borja, profesor en la Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de Comunicación de la Universidad de Valladolid, «por su obra de investigación sobre la Historia de las Comunidades y la dirección de los cuatro Simposios Internacionales sobre Historia Comunera, celebrados entre 2009 y 2014».

Ha sido merecedor del premio de Literatura el profesor titular en la Universidad pública de la ciudad de Nueva York (CUNY), poeta, escritor y traductor toledano Hilario Barrero, «en reconocimiento a su obra literaria, poética y de traducción». Hilario Barrero, colaborador de ABC y en especial del suplemento cultural Artes&Letras de Castilla-La Mancha, lleva dos años y medio publicando la exitosa sección «Nuestro poeta en Nueva York», textos poéticos e imágenes que envía desde la ciudad de los rascacielos, donde vive desde 1978.

En cuanto al premio de Patrimonio, ha sido merecedora del mismo la Fundación El Greco 2014, que preside Gregorio Marañón, por «su eficaz organización de la conmemoración del IV Centenario de la muerte del pintor cretense y por las numerosas actividades dedicadas a realzar dicha conmemoración, que tantos éxitos ha conseguido para la ciudad de Toledo».

La empresa Gastrozoco ha merecido el premio de Rehabilitación, «por la acertada rehabilitación realizada en dos edificios de viviendas del siglo XX para convertirlos en el Mercado de San Agustín, consiguiendo integrar tipos tradicionales con usos y arquitecturas modernas, y logrando insertar con especial sensibilidad materiales y texturas actuales con total respeto a los restos antiguos conservados».