La quinta de Felipe VI en Castilla-La Mancha, al alza

Felipe VI vino al mundo mientras los jóvenes franceses se rebelaban, Praga despertaba con su primavera y Estados Unidos seguía enfrascada en su absurda guerra con Vietnam y lanzaba el Apolo 5 al espacio. En ese mítico año 1968 nacieron también algunos de los políticos que ahora, 47 años después, están liderando un nuevo tiempo político en Castilla-La Mancha. El presidente de la Junta, Emiliano García-Page, también nació en 1968, el 11 de junio, unos meses después que el Rey, igual que el vicepresidente de la Junta, el conquense José Luis Martínez Guijarro, que celebra su cumpleaños seis días después que su «jefe».

Milagros Tolón, la nueva alcaldesa de Toledo, también tiene 47 años, como el concejal de Ganemos en el Ayuntamiento de Toledo, Javier Mateo, con quien ha tenido que pactar para gobernar en la ciudad.

El secretario de Estado de Educación, el «popular» Marcial Marín, es de febrero del 1968, y su compañera de partido, la diputada regional, Ana Guarinos, es de la misma generación, aunque nació un año más tarde, en junio de 1969, como el líder de Podemos en Castilla-La Mancha, José García Molina.

Todos pertenecen a una generación que ha crecido en democracia. Cuando Franco murió tenían siete años y el golpe de Estado de Tejero les pilló cursando la EGB, con solo 13 años. La mayoría no pudo votar la entrada de España en la OTAN porque se celebró el 12 de marzo de 1986: unos días después, el 25 de marzo, la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, consiguió afiliarse al PSOE con sus 18 años recién cumplidos.

Han cursado carreras universitarias, tienen inquietudes sociales y han tenido que aprender a dominar las nuevas tecnologías y manejarse por internet. Son una generación de hombres y mujeres que sobrepasa la cuarentena y que ha sido educada en esos idealizados y también duros primeros años de la democracia española. Su juventud transcurrió, sin miedo, con muchas esperanzas y durante una de las etapas más prósperas del país, cuando se fraguó la igualdad de oportunidades para poder materializar sus inquietudes.

Pero también han vivido la época de los desmanes y los excesos de sus mayores y son supervivientes de esta crisis económica y de la desilusión que ha traído nuevos valores a la sociedad. Aquellos niños, como Felipe VI, que estudiaron hasta «octavo», son ahora la elite política de esta región que desde la discrepancia ideológica tiene que coincidir en una forma nueva de entender la política, alejada de privilegios y pleitesías, para una sociedad que está pidiendo a gritos honestidad y cambios profundos en la política.