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«Downfall»: Descenso a los infiernos

Esta aventura propone un viaje a un hotel de pesadilla con un estilo artístico inspirado en el videoarte, David Lynch y Stephen King

MADRID Actualizado: Guardar
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En 2012 Remigiusz Michalski publicó «The Cat Lady», un juego desarrollado en solitario a lo largo de tres años de noches sin dormir. Con una interfaz muy original basada en una presentación en dos dimensiones y con unos controles que desechaban el ratón a favor del teclado, el juego se hizo un hueco entre los aficionados al género de las aventuras gráficas.

El éxito de este título residía en su valentía a la hora de abordar temas tabú (cuando el juego empieza, la protagonista, Susan Ashworth, se acaba de suicidar), una historia de misterio con mucho gancho y una atmósfera brutalmente opresiva. Una experiencia única, fascinante, capaz de trascender su evidente falta de presupuesto con toneladas de pasión y saber hacer.

Tres años más tarde Michalski ha vuelto con un «remake» de su primer juego, Downfall, ahora con la interfaz de su anterior éxito.

El «remake», disponible en Steam, le ha permitido llegar a una audiencia mayor y pulir su visión original. El matrimonio formado por Joe y Ivy Davis llega al hotel de Quiet Haven para intentar salvar su complicada relación, pero el lugar se encuentra en un estado ruinoso, y la habitación que les han asignado cuenta con dos camas separadas, lo que origina una discusión monumental. Al día siguiente, Ivy desaparece, y Joe rápidamente se encuentra atrapado en un juego perverso con los grotescos inquilinos del establecimiento, obligándolo a profundizar en una dimensión de locura.

«The Cat Lady» y «Downfall» son historias independientes, pero cuentan con muchos puntos en común, tanto temáticos como narrativos. Mientras el primero suponía la lucha de Susan contra su fuerte depresión, en «Downfall» Joe lucha por su cordura, pero la narrativa es mucho más confusa y desordenada. La estructura resulta difusa y los objetivos no están nada claros, más allá de tratar de encontrar a Ivy.

No es hasta el último tercio del juego cuando las cosas empiezan a tener sentido y queda claro que Michalski sigue muy interesado en explorar la enfermedad mental y el sufrimiento que provoca. Desde un punto de vista de las mecánicas, «Downfall» se juega igual que «The Cat Lady», siendo los puzles meros obstáculos para avanzar la historia, con una dificultad testimonial. Todo el valor intrínseco reside en la formidable presentación visual, en un blanco y negro salpicado de rojo sangre, y en la narrativa surrealista de la escuela Lynch-King. Pero es más que suficiente.

La historia de «The Cat Lady» se atrevía con situaciones muy oscuras, muy turbias, con una iconografía que se regodeaba en lo repulsivo. «Downfall» llega a un nivel enfermizo en ocasiones, producto de una esencia que se encuadra más firmemente en el género de terror. Michalski no vacila, y presenta los demonios de la anorexia y la esquizofrenia con toda su gráfica elocuencia.

Más allá del gore y la violencia, Michalski obliga al jugador a reflexionar sobre cuestiones incómodas, difíciles, que como sociedad tratamos de esconder debajo de laalfombra. Aunque no llega a las alturas de su anterior trabajo, su incuestionable personalidad artística y su valentía temática lo convierte en una experiencia muy interesante.

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