Un flamenco en una de las marismas del Parque Nacional de Doñana
Un flamenco en una de las marismas del Parque Nacional de Doñana - ABC

Así son los tres grandes humedales que están al borde del colapso

Pozos ilegales, contaminación, salinización e invasión de especies invasoras amenazan de muerte a Doñana, La Albufera y el Delta del Ebro

MADRID, VALENCIA, BARCELONA Actualizado: Guardar
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  1. El regadío de fresas y arándanos secan las marismas de Doñana

    Marismas de Doñana con flamencos
    Marismas de Doñana con flamencos

    Doñana es el único humedal español declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y está acosado por la sobreexplotación del acuífero que abastece la zona por culpa de «un aumento desmesurado de los cultivos de regadío en la zona, sobre todo fresas, aunque ahora también arándanos, variedad que consume aún más agua porque se produce todo el año», explica Roberto González, responsable del programa Alas sobre Agua de SEO/BirdLife.

    Doñana está rodeada por pozos ilegales y por más de 1.500 hectáreas de cultivos de regadío, según datos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, y esa es la principal amenaza. Se calcula que existen unos 1.000 pozos ilegales, y la superficie de regadío no deja de crecer: en apenas cinco años, entre 2004 y 2009, creció un 18,5% solo en la zona norte de regadío que rodea al espacio natural. El plan de ordenación –conocido como Plan de la fresa– puesto en marcha por la Junta de Andalucía no es suficiente, denuncian desde SEO: «El número de pozos y hectáreas de regadío clausuradas es irrisorio», dice González. «Ningún Gobierno, del color que sea, ha tenido el valor de abordar el problema de los pozos ilegales en este país, porque nadie quiere asumir ese desgaste político», argumenta Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO.

    En los últimos 60 años, ha desaparecido el 85% de los humedales naturales de Doñana. Se trata de 170.000 hectáreas, una superficie cercana a la del territorio de Guipúzcoa. Por eso, desde SEO reclaman a las Administraciones que de manera urgente se declare globalmente sobreeexplotado el acuífero; que se fijen las necesidades hídricas de la zona y que se supedite la actividad agrícola a la conservación del humedal.

    La escasez de agua en la marisma pone a la comunidad ornitológica del parque nacional en claro peligro, pues cuando muchas de las aves llegan a criar ya no hay agua en la marisma. Y es que la reducción de aportes fluviales a la marisma es del 80% –y un 70% de las reducciones son posteriores a 1950–.

    Los datos que aporta la Junta de Andalucía no reflejan el declive de muchas especies, porque en ellos se incluye todo el espacio natural de Doñana, que ocupa más de lo que es el Parque Nacional en sí mismo. Entre otros, incluye la zona de Veta La Palma, que es una piscifactoría, por tanto, un humedal artificial, y ahí es donde se concentran todas las parejas reproductoras de la cerceta pardilla, por ejemplo.

    Pero González explica que la cerceta pardilla, el porrón pardo y la focha moruna se pueden considerar extintas dentro del Parque Nacional. Una mala noticia para una de los mejores paraísos ornitológicos del mundo.

  2. La Albufera, un humedal bajo mínimos y con aguas contaminadas

    El lago de La Albufera, en Valencia
    El lago de La Albufera, en Valencia - ROBER SOLSONA

    La visión catastrófica que muchos ambientalistas tienen de la Albufera de Valencia es «bastante real». El nivel de agua del lago se reduce cada año y la calidad de esta ha empeorado hasta tal punto que perjudica a la avifauna del humedal valenciano reduciendo el número de aves que pasan el invierno allí, entre 40.000 y 60.000 cada año.

    Bosco Dies, ingeniero agrónomo y parte del equipo técnico de la Fundación Assut, una plataforma que trabaja por la conservación de la Albufera, explica a ABC que los episodios de lluvias que ha vivido la Comunidad Valenciana en los últimos meses han contribuido al aumento de la cantidad de agua, pero no son suficientes para su recuperación. El experto asegura que se necesitan más hectómetros por parte de la Confederación Hidrográfica del Júcar, una de las fuentes de abastecimiento de la Albufera junto a las precipitaciones y barrancos, las acequias y el retorno de los riegos de los cultivos de la zona.

    Durante el último año hidrológico, la Confederación suministró 235 hectómetros cúbicos frente a los 500 que recibió el Parque Natural en los años 70.

    La calidad del agua es otro punto negro que presenta la Albufera. «Siguen entrando aguas no depuradas con altos contenidos de nitrógeno y fósforo que provocan esa capa de color verde sobre el agua», explica el ingeniero. El uso de pesticidas en la agricultura, la explotación industrial y turística son las causas principales de la alteración de la calidad del riego. Incluso, los intereses de agricultores y pescadores que conviven en el Parque ha dificultado a lo largo del tiempo la gestión del agua del lago, cuyas aguas fueron saladas antes de que se transformara en arrozal.

    La acción del hombre es «vital» para recuperar este ecosistema valenciano, declarado Parque Natural Protegido hace 30 años. Gracias a esta denominación, el lago está sometido a un mayor control de todos los factores que le afectan. Sin embargo, Dies asegura que «todavía queda mucho por hacer» en la gestión de políticas de la Albufera. Deben ser «más ambientales» para evitar que el humedal valenciano entre en un «punto de no retorno».

  3. La regresión y la salinización de sus aguas, principales amenazas

    Basura en la playa de los Eucaliptos, en el Delta del Ebro
    Basura en la playa de los Eucaliptos, en el Delta del Ebro - EFE

    El Delta del Ebro mantiene desde hace años un tenso pulso con el mar. La regresión de sus terrenos (a raíz de la construcción de grandes embalses en el cauce del río que han frenado la llegada de sedimentos a la zona); el hundimiento de sus tierras, y la salinización son tres de los problemas que amenazan el delicado ciclo natural de este humedal en el que viven, nidifican, invernan, descansan y se alimentan más de 350 especies de aves de las cerca de 600 que existen en Europa.

    Las aguas dulces del Delta han ido perdiendo fuerza y el envite del mar se ha intensificado, ganando terreno en algunas de las zonas más preciadas del parque como las ocho lagunas que conectan con las bahías. «El Delta se enfrenta hoy a retos importantes, algunos más a largo plazo y fruto del calentamiento del planeta, y otros que deben resolverse con estrategias inmediatas como la salinización y la llegada de especies invasoras», explica a ABC Ferran Miralles, director general de Políticas Ambientales de la Generalitat.

    La menor entrada de agua dulce procedente de los canales de desagüe, fruto del aumento de las mareas y la subsidencia (hundimiento) de los arrozales, ha causado un grave efecto sobre el ecosistema de algunas lagunas. La Generalitat combate este efecto con bombas hidráulicas de energía solar que oxigenan el agua.

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