Su pareja guarda 13 secretos, y hay cinco que no le ha contado

Un estudio establece cuál es el factor que más «cuesta» a la hora de mantener un hecho oculto

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Su pareja tiene cinco secretos que no le ha contado, ni a usted ni a nadie. Y, probablemente, cuando más le «pesen» sea cuando esté a solas. Pero usted también los tiene. Eso defiende el estudio «The Experience of Secrecy»; llevado a cabo por un equipo de la Universidad de Columbia (EE.UU.), y publicado en «Journal of Personality and Social Psychology».

El profesor Michael Slepian, que lideró el estudio, quería comprobar la influencia de los secretos sobre la salud, pero antes recopiló y agrupó en categorías los secretos más comunes. Le salieron 38 categorías, como haber herido a alguien, consumir drogas, robar, tener una experiencia traumática, decir una mentira o cometer una infidelidad. Tras encuestar a más de un millar de voluntarios, se percató de que las personas guardan unos 13 secretos de promedio.

Y, aunque algunos de ellos los habían compartido con otra persona, había cinco que nunca le habían dicho a nadie.

De hecho, Slepian encontró diferencias entre los secretos que se compartían con alguien, y los que se guardan para sí mismos. Entre estos últimos, el más común es tener fantansías con una tercera persona ajena a su pareja, el deseo romántico (siendo soltero) y el comportamiento sexual (consumo de pornografía, fantasías, etc.). En cambio, las personas no tenían tantos problemas en compartir otros secretos como haber abortado, su orientación sexual o planear una propuesta de matrimonio.

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Más allá de los tipos de secretos existentes, lo que trataba de averiguar Slepian eran los efectos que estos tienen sobre la salud. Y ahí llegaron a una novedosa conclusión: aunque la finalidad de un secreto es la ocultación, rara vez se necesita hacer activamente. Es más frecuente que, estando a solas, el recuerdo se cuele en la mente. Y esto es precisamente lo que repercute en el bienestar de la persona.

Así, los investigadores concluyeron que la gente puede acostumbrarse a esconder su secreto en las interacciones sociales, e incluso, para muchos, mantener la verdad oculta se convierte en una segunda naturaleza. Puede que el secreto ni siquiera se cruce por su mente. Sin embargo, es menos probable que pueda contener los recuerdos. Algo que, según los encuestados, se tradujo en un menor bienestar y en peores resultados de salud en general.

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