El Papa invita a «dar de mamar con toda naturalidad» durante los bautizos en la Capilla Sixtina

Constata que de las 13 niñas y 15 niños «algunos lloran porque tienen hambre»

Corresponsal en el Vaticano Actualizado: Guardar
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En una de las ceremonias más bonitas del año, el Papa Francisco ha administrado este domingo el bautismo en la Capilla Sixtina a 13 niñas y 15 niños que crearon un simpático coro de llantos justo en la homilía, obligándole a constatar con buen humor: «¡Ha comenzado el concierto!». El Santo Padre ha tranquilizado a las mamás y papás –empleados del Vaticano que han tenido hijos en los últimos meses-, comentando que los lloros son normales pues «los niños están en un lugar desconocido y se han levantado antes de lo normal. Algunos lloran simplemente porque los otros lloran».

Pero también ha hecho notar que «quizá algunos lloran por hambre. Pues vosotras, mamás, dadles de mamar sin temor, con toda normalidad, como Nuestra Señora daba de mamar a Jesús».

En ese clima familiar, lleno de simpatía por las nuevas vidas y su modo ruidoso de manifestarse con gritos y lloros, el Papa ha comentado que «a mí me gusta pensar que Jesús ha hecho lo mismo. La primera predicación de Jesús en el pesebre fue un lloro».

Como todo buen párroco, Francisco predica sin papeles y subraya en la ceremonia de bautismo el papel y la responsabilidad de los padres. Al comienzo, el micrófono va pasando de pareja en pareja de modo que el padre o la madre puedan decir el nombre de la criatura para la que piden el bautismo: «Cecilia», «Filippo», «Gaja Chiara», «Francesco», «Hilary», «Mattia Charbel»… Después, cuando cada pareja se acerca con su pequeño a la pila bautismal, Francisco les pregunta si piden el bautismo para «Tomasso» o «Sara», etc. utilizando siempre el nombre de cada niño.

Una vez que ha vertido el agua sobre la cabecita, le hace con cariño la señal de la Cruz en la frente, gesto que repiten las mamás y papás antes de despedirle con una sonrisa para dejar paso a la pareja siguiente. Como la ceremonia es larga y la Capilla Sixtina es preciosa, los padres pasan parte del tiempo procurando que los niños duerman o mirando hacia arriba, extasiados por los frescos que decoran la capilla. De vez en cuando, Francisco se pone también a contemplarlos. Uno de ellos, realizado por Perugino en 1482, representa el Bautismo del Señor, la fiesta que estaban celebrando.

Pero a pesar de todas las distracciones, durante la brevísima homilía, todos los padres estaban pendientes del mensaje claro y directo de Francisco: «habéis pedido el bautismo y la fe para vuestros hijos. Adquirís la tarea de custodiarla, hacerla crecer de modo que sea un testimonio para todos nosotros, también para nosotros los sacerdotes y obispos. Para todos. Gracias». Terminada la ceremonia, el Papa ha recordado de nuevo a los protagonistas -los recién bautizados y sus padres-, durante el rezo del Ángelus con miles de fieles reunidos en la plaza de San Pedro..

Francisco pronuncia este lunes el tradicional discurso al cuerpo diplomático acreditado en el Vaticano. Son 184 embajadores que representan a 181 países, Palestina, la Unión Europea y la Orden de Malta. Es la segunda representación diplomática más numerosa, después de Washington, y el discurso del Papa es siempre un análisis de la situación en el mundo que se estudia con gran interés.

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