El Daesh no pudo con el Papa

Debemos reflexionar sobre la presencia de los cristianos en la cuna de Abraham, el padre de los creyentes

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María Laura Conte es una joven periodista que aprendió el oficio de la información sobre la Iglesia a la sombra del entonces arzobispo de Venecia, cardenal Ángelo Scola . Tuve la suerte de dirigir su tesis doctoral en periodismo defendida en la Universidad Cardenal Herrera CEU de Valencia. Ahora trabaja en la Fundación Internacional Oasis, centro dedicado al diálogo entre el cristianismo y el Islam, una de las geniales iniciativas de monseñor Scola. Con motivo de este histórico viaje del Papa Francisco a Mesopotamia, la tierra en donde la tradición ubica el paraíso descrito por el Génesis , debemos reflexionar sobre la presencia de los cristianos en la cuna de Abraham , el padre de los creyentes. En la noche del 14 de julio de 2014, las tropas del ISIS lanzaron en Mosul el siguiente ultimátum a los cristianos: «Conviértete al Islam, paga la jizya o deja la ciudad sin llevarte nada antes del 19 de julio al mediodía. De lo contrario, te espera la decapitación». Ahí comenzó el infierno. Miles de familias cristianas se pusieron en camino hacia el Kurdistán. La antigua Nínive del libro de Jonás, donde se originó la liturgia caldea en el siglo VII, se quedó vacía de cristianos. Permanecieron unos quince mil. A partir de ese momento, en palabras de Mons. Bashar Warda , arzobispo caldeo de Erbil , si el éxodo «sigue así, en seis o siete años ya no tendremos cristianos en Irak». Minorías étnico culturales como los yazidíes, los turcomanos y los mandeanos han sido también blanco de los yihadistas en su diseño de purificación de un Estado sin la presencia de incrédulos.

El inicio del éxodo de los cristianos de Oriente Medio podría remontarse a 1915, el genocidio de armenios y siríacos. En 2002, el príncipe saudí Talal Bin Abdel Aziz al-Sa'ud escribió que «los árabes cristianos, en virtud de su pluralidad cultural, fueron y son siempre un desafío constante para la cultura y el pensamiento. Su presencia es garantía contra la arbitrariedad y el extremismo». El Papa Francisco nos ha recordado que el Daesh , y quienes le continúan, no tendrán la última palabra.

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