Javier Muñoz-Basols, en la Universidad de Oxford, donde coordina el programa de lengua de la Facultad de Lenguas Medievales y Modernas
Javier Muñoz-Basols, en la Universidad de Oxford, donde coordina el programa de lengua de la Facultad de Lenguas Medievales y Modernas - ABC

«La gran diferencia en Oxford es el modelo de tutorías»

Entrevista con Javier Muñoz-Basols, coordinador del programa de lengua del departamento de Español de la Facultad de Lenguas Medievales y Modernas de la Universidad de Oxford

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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En una meritoria aventura personal, Javier Muñoz-Basols, nacido hace 41 años en Sariñena (Huesca), un pueblo de Los Monegros, forma parte desde hace nueve años de esa élite académica que es Oxford y actualmente ejerce como profesor titular y coordinador del programa de lengua del departamento de Español de la Facultad de Lenguas Medievales y Modernas. Científico de trayectoria muy prometedora, formado en Zaragoza, Barcelona y Estados Unidos, ofrece una visión clara de cómo funciona Oxford.

-¿Qué diferencia a Oxford de las universidades españolas? ¿Cuál es el secreto de su calidad?

-La clave de Oxford es la enseñanza individualizada. Además de las clases, hay tutorías en cada college en grupos pequeños, de uno o dos estudiantes, tres rara vez.

Eso es algo muy exclusivo de Oxford y Cambridge, que lo han logrado mantener. Garantiza poder monitorizar al estudiante, comprobar su progreso. También es una oportunidad de solucionar sus dudas. Antes de cada tutoría tienen que hacer lecturas; deben trabajar mucho por su cuenta. Aquí se promueve el aprendizaje independiente, la reflexión y el espíritu crítico, tienen que ir a la biblioteca y disponen de una en cada college, abierta 24 horas, además de la general de la universidad. Después tienen que mostrar todo eso que han aprendido y reflexionado.

-¿No existen clases asistenciales diarias al modo español?

-Es un poco difícil generalizar porque depende de la carrera. Sí que las hay, hay lectures, que son clases magistrales, y en el caso de lenguas modernas, otras clases para mejorar la competencia lingüística en una segunda lengua, pero siempre en grupos pequeños. Aun con todo, el número suele ser menor que en una universidad española.

-No es lo de me tengo que levantar, ir a clase, los apuntes…

-No funciona así, no. Por ejemplo, en nuestro caso el alumno tiene que conocer el periodo en el que se inscribe una obra literaria, conocer su contexto, pero su trabajo siempre debe ir encaminado hacia una reflexión crítica. Tiene que saber establecer conexiones y aportar su propia opinión fundamentada en lo que ha leído.

-¿Hay exámenes?

-Hay asignaturas que se evalúan por trabajos de investigación y otras que requieren la realización de un examen presencial. Solo hay exámenes durante el primer año y el último. En el segundo año no hay exámenes, pero empiezan a prepararse ya para los del último año. Las carreras duran tres años; el Plan de Bolonia, en cierto modo, ha seguido un poco el invento de aquí. En Lenguas Modernas son cuatro años, el tercero lo pasan fuera para mejorar su competencia lingüística. Suelen estudiar dos lenguas. El que hace árabe y español, por ejemplo, ya durante todo el segundo año se tiene que ir a Jordania a un curso intensivo de árabe. Los exámenes del primer año, los Prelims, son como una especie de criba, si no los pasan no pueden continuar sus estudios. Un gran porcentaje aprueba, porque les ha costado muchísimo llegar hasta aquí, saben a lo que vienen. Y luego se juegan toda la carrera en los exámenes finales del último año. No existen exámenes parciales. Cuando una asignatura se evalúa por ensayos, tienen que entregarlos en mayo y se evalúan de manera anónima por dos especialistas. A veces incluso el alumno crea y responde a su propia pregunta de investigación.

-¿Se podría lograr en España un modelo parecido al de las tutorías?

-El sistema de Oxford protege mucho al estudiante, vela por su aprendizaje y monitoriza su progreso. En España sería muy difícil hacer algo así por el tema recursos, habría que reestructurarlo todo, pero sí que se podrían trasladar algunos aspectos que funcionarían en el sistema español. La gran diferencia de Oxford es el modelo de tutorías. Todas las semanas el alumno tiene una hora, u hora y media, para debatir con un especialista en la materia un trabajo que ha preparado de antemano. Esto es quizás algo poco factible en cualquier otra universidad europea.

-¿Cómo es el ambiente humano? ¿Es tan estirado y elitista como su caricatura?

-Eso es un tópico. Yo llevo nueve años aquí y el ambiente de trabajo es excelente en todos los sentidos. Para mí ha sido un ambiente privilegiado. Muchos compañeros de departamento son especialistas de renombre y siempre puedes aprender de ellos, de su trayectoria; tenemos seminarios de investigación semanales y además siempre pasa gente muy interesante por aquí. También hay muchas oportunidades de desarrollo profesional, siempre se puede progresar.

-¿Es fácil hacer amigos?

-Sí. El ambiente es cada vez más internacional, algo que creo ha beneficiado a la universidad. El contacto con los colegas es además permanente en los seminarios de investigación.

-¿Es muy difícil para un alumno español llegar a Oxford?

-En España necesitan un nueve sobre diez en las PAU (pruebas de acceso a la universidad). En el Bachillerato Internacional, entre 38 y 40 puntos sobre 45. Se solicita en octubre, un año antes de entrar. Existe también una prueba de acceso por cada asignatura. Además tienen que presentar una carta de motivación, explicando por qué quieren estudiar aquí, las razones de lo que han elegido y qué esperan que obtener de su educación en Oxford. Por último, si han pasado todos esos filtros, llega una entrevista personal en el college que han solicitado. Ahí deben demostrar madurez, conocimientos e interés. Se busca un estudiante motivado y con ganas de aprender, que vaya más allá de los contenidos aprendidos en el instituto. Y luego está el nivel de inglés, claro, que desafortunadamente para muchos españoles continúa siendo una barrera y una asignatura pendiente.

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