El Papa, ayer, en el Festival de Familias de Filadelfia
El Papa, ayer, en el Festival de Familias de Filadelfia - REUTERS

El Papa pide «que se castigue» a los culpables de abusos sexuales

Se reunió con las víctimas en el Seminario de Filadelfia y les aseguró que «el clero y los obispos tendrán que rendir cuentas de sus acciones cuando abusen o no protejan a los menores»

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En el esperado encuentro con algunas víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, celebrado el domingo por la mañana en el seminario de Filadelfia, el Papa tuvo palabras muy duras para lamentar que «algunos obispos no cumplieran su responsabilidad de proteger a los menores». A lo largo de unos cuarenta minutos, Francisco les escuchó, les dirigió unas palabras muy fuertes en español, y saludó personalmente a cada una de las víctimas y sus acompañantes.

En su encuentro con cinco adultos –tres mujeres y dos hombres que sufrieron abusos cuando eran menores de edad–, Francisco les aseguró que «el clero y los obispos tendrán que rendir cuentas de sus acciones cuando abusen o no protejan a los menores». Cada una de las víctimas estaba acompañada por un familiar o una persona que le ayuda a superar el trauma.

El Santo Padre se manifestó ante ellos «profundamente dolido porque su inocencia fue violada por aquellos en quienes confiaban. En algunos casos, la confianza fue traicionada por miembros de su propia familia, en otros casos por miembros de la Iglesia».

Era la primera vez que el Papa ampliaba estos encuentros– limitados hasta ahora a víctimas de abusos por sacerdotes–, a personas que los han sufrido a manos de sus propias familias o de sus educadores. Aunque los abusos cometidos por religiosos son los más imperdonables, constituyen solo una parte muy pequeña del total de los que tienen lugar en la sociedad.

El encuentro había sido organizado por el cardenal de Boston, Sean Patrick O’Malley, uno de los obispos más eficaces en la limpieza de sucesivas diócesis, y presidente de la Pontificia Comisión de Protección de Menores, cuya tarea es ya preventiva y educativa para toda la sociedad, tal como pidió el Papa Benedicto XVI después de un encuentro con víctimas en el Reino Unido en 2010.

De este modo, aun asumiendo plenamente la responsabilidad por los delitos de los sacerdotes, entre los que la incidencia de nuevos caos ha bajado casi a cero, el Papa Francisco abre las puertas al resto de las víctimas de esos abusos en la sociedad en general donde, por desgracia, afectan a porcentajes altísimos de muchachos y muchas, incluso en países desarrollados como Estados Unidos o Suiza.

Abordando frontalmente un tema que ha causado dolor adicional a muchas de ellas, el Papa «dio las gracias a las víctimas por su aportación decisiva a restablecer la verdad e iniciar el camino del saneamiento”.

Francisco ha mencionado ya varias veces este punto pues, con frecuencia, la persona que denuncia abusos ante un obispo o ante la policía se ve sometida a nuevos momentos amargos, humillaciones y tensiones. Sobre todo cuando las autoridades no le hacen caso, o cuando algún medio de comunicación divulga los hechos o la identidad de una víctima sin su permiso explícito, agravando el dolor y el trauma.

Aunque el Papa Francisco había recibido ya a víctimas de abusos en su residencia de la Casa Santa Marta en el Vaticano, esta es la primera vez que lo hace en un viaje internacional. Benedicto XVI tampoco mantenía este tipo de encuentros en todos los países que visitaba, sino solo en aquellos en que el problema había sido más grave.

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