El arzobispo y presidente de la Conferencia Episcopal Escocesa, Philip Tartaglia
El arzobispo y presidente de la Conferencia Episcopal Escocesa, Philip Tartaglia - reuters

La Iglesia católica escocesa ofrece su «profunda disculpa» a víctimas de abusos

El presidente de la Conferencia Episcopal Escocesa, (BCOS), el arzobispo Philip Tartaglia, califica de «insensible» e «indiferente» la gestión de las denuncias

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La Iglesia católica en Escocia ha pedido perdón a las víctimas de abusos a través de una nota firmada por el presidente de la Conferencia Episcopal Escocesa, (BCOS), el arzobispo Philip Tartaglia. «El abuso infantil es un delito horrible. El hecho de que ese tipo de abusos pudieran haberse cometido dentro de la Iglesia, por parte de sacerdotes y religiosos, los eleva a otro nivel», ha afirmado en el documento publicado en Radio Vaticano.

Las disculpas llegan después de la publicación del Informe de la Comisión McLellan, un análisis externo de los protocolos y los procedimientos realizados por la Iglesia católica para cuidar a los menores, que concluye que «no hay duda de que en la Iglesia católica escocesa se han cometido serios abusos».

«En representación de todos los obispos escoceses, quiero ofrecer una profunda disculpa a todos aquellos que han resultado dañados o han sufrido de cualquier modo como resultado de las acciones de algún miembro de la Iglesia católica», ha subrayado Tartaglia.

Gestión de denuncias «insensible»

Asimismo ha pedido disculpas por la gestión de las denuncias por parte de la Iglesia católica que ha calificado «lenta, insensible o indiferente». «Quisiera aseguraros a vosotros, víctimas de los abusos que nosotros, obispos católicos de Escocia, sentimos vergüenza y dolor por los sufrimientos que habéis padecido. Lo sentimos y pedimos perdón también a todos aquellos que han encontrado, por parte de la Iglesia, una respuesta lenta, insensible o indiferente», ha afirmado monseñor Tartaglia.

Además ha declarado que este tipo de acciones son «imperdonables e intolerables» porque el daño cometido por los autores de esos abusos golpea «en primer lugar a las víctimas, pero se extiende más allá de ellas, hacia sus familias y amigos, así como a la iglesia y a la sociedad en general».

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