Imagen capturada de la televisión marroquí 2MTV de un miembro de los equipos especiales durante las labores de rescate del policía Juan Bolívar Bueno, el único de los tres espeleólogos españoles que cayeron a un barranco del Atlas marroquí y que sobrevivió al accidente
Imagen capturada de la televisión marroquí 2MTV de un miembro de los equipos especiales durante las labores de rescate del policía Juan Bolívar Bueno, el único de los tres espeleólogos españoles que cayeron a un barranco del Atlas marroquí y que sobrevivió al accidente - EFE
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El primer aldeano que vio a los espeleólogos españoles accidentados: «Me pregunto cómo pudieron llegar a un lugar tan peligroso»

Mohamed Ahardul, su hermano y un vecino de la aldea de Tassaout acompañaron a miembros del grupo andaluz de espeleólogos en la búsqueda de sus compañeros

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«Me pregunto cómo pudieron llegar a un lugar tan peligroso», dice Mohamed Ahardul, el lugareño de la aldea de Tassaout, que fue el primer marroquí en llegar a la parte alta del barranco y ver a los tres españoles accidentados: Gustavo Virués, José Antonio Martínez y Juan Bolívar.

«Había una enorme cantidad de nieve y hacía mucho frío; es un lugar sumamente difícil; yo iba caminando e iba diciéndome 'Vaya lugar tan complicado'», relata Ahardul a Efe por teléfono desde Tassaout.

Cuenta que, el viernes 3 de abril por la tarde, un grupo de españoles llegaron a su aldea en busca de ayuda: «Nos comunicábamos por señas», ellos decían «Wandrass , wandrass», por el nombre del cañón donde habían caído sus amigos.

Eran cuatro españoles, miembros del grupo andaluz de espeleólogos que se habían separado de sus tres compañeros y que volvieron a buscarlos cuando faltaron a la cita que se habían dado y sus teléfonos no respondían.

Mohamed Ahardul, su hermano y un vecino se pusieron en marcha junto a los españoles para llegar, tras cuatro horas de marcha, hasta la parte alta del barranco. Iban caminando entre la nieve y se les echó la noche encima.

«Comenzamos a buscar leña para calentarnos, había mucha nieve y hacía frío. Pudimos ver desde arriba a los tres españoles, pero era imposible bajar, ya se hacía de noche».

«En cuanto hubo luz, el sábado, comenzamos a buscar un lugar desde el que tener cobertura telefónica, y cuando lo encontramos, llamamos al caid (máxima autoridad del estado en las aldeas). Pocas horas después, llegó un helicóptero de la Gendarmería», prosigue.

Ahardul ya no tiene mucho más que contar. A partir de ese momento tomaron el protagonismo los gendarmes y los agentes de la Protección Civil. Él, su hermano y su vecino habían cumplido su misión: poner en contacto a los españoles con las autoridades.

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