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El Papa conmemora el 50 aniversario de la primera misa «en el idioma de la gente»

En la misma parroquia romana donde celebró Pablo VI en 1965 el Santo Padro invitó a los fieles a «purificar la Iglesia»

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En la misma iglesia romana en que Pablo VI celebró la primera misa en italiano hace exactamente 50 años, el Papa Francisco invitó el sábado a dar un nuevo paso de autenticidad. Si el cambio del latín -que casi nadie entendía- al idioma local de cada país permitió unificar liturgia y cultura, el Papa Francisco propone ahora unificar liturgia y vida.

En la iglesia romana de Todos los Santos, situada en la Vía Apia Nueva, Francisco recordó el gesto de su antecesor, Pablo VI “que inauguró la reforma litúrgica precisamente aquí, con la celebración de la misa en el idioma que hablaba la gente”.

El entonces párroco de Todos los Santos, Gianni Todescato, que todavía vive, recuerda perfectamente aquella eucaristía con Pablo VI que puso fin el 7 de marzo de 1965 a una anomalía prolongada durante siglos pues “con la misa en latín, el 99 por ciento de la gente no entendía nada”.

La reforma litúrgica aprobada por el concilio Vaticano II, que entraba entonces en su etapa final, permitió a los fieles entender la lectura de la epístola y del Evangelio, así como los textos del canon, que antes el sacerdote leía en latín y en voz baja. Los fieles más piadosos aprovechaban para rezar el rosario pero la mayor parte estaban, sencillamente, distraídos.

El Papa Francisco, que celebra la misa en italiano en sus encuentros con fieles de Roma, quiso hacerlo el sábado en el templo en que se produjo el cambio a los idiomas locales siguiendo una reforma litúrgica que ha definido como “una renovación que viene del Evangelio”.

«Un gesto de limpieza»

En su homilía, el Papa comentó el pasaje evangélico en que Jesús expulsa del templo de Jerusalén a latigazo limpio a los mercaderes que vendían palomas para las ofrendas o cambiaban dinero para poder hacer las limosnas con monedas judías.

Según Francisco, Jesús realizó “un gesto de limpieza, un gesto de purificación respecto a aquel tipo de religiosidad, pues a Dios no le agrada un culto exterior hecho de sacrificios materiales” como las ofrenda de palomas o dinero.

En esa línea de coherencia interior entre la propia fe y la propia vida, el Papa invitó a los fieles a “pensar y actuar según el Evangelio”. Según el Santo Padre, los cristianos no pueden “entrar en la casa del Señor para ‘cubrir’ con plegarias y devociones comportamientos contrarios a la justicia, la honradez o la caridad respecto al prójimo”.

El Papa les exhortó a vivir el Evangelio en la vida diaria, con todas sus consecuencias prácticas respecto a los demás, pues “no podemos sustituir con ofrendas religiosas lo que debemos al prójimo”.

Precisamente ahora, el tiempo de Cuaresma es un buen momento para la conversión redescubriendo “el sacramento de la Penitencia y la Reconciliación, que nos devuelve a la amistad con Jesús. No se debe olvidar la gran fuerza de este sacramento: nos hace crecer en unión con Dios, y nos devuelve la alegría perdida”.

Después de referirse a la conversión personal, el Papa terminó su homilía invitando a todos los fieles a sentirse responsables de “la limpieza y la purificación de la Iglesia, edificio espiritual, del que cada uno de nosotros es una parte viva por la fuerza del bautismo”.

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