Fotografía de archivo del Papa Francisco
Fotografía de archivo del Papa Francisco - efe

El Papa beatifica a Pablo VI, el «gran timonel del Concilio»

En el Sínodo de la Familia «hemos sentido la fuerza del Espíritu Santo que renueva sin cesar la Iglesia»

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En presencia de Benedicto XVI, a quien había saludado cariñosamente al llegar a la plaza de San Pedro, el Papa Francisco declaró beato a Pablo VI, el pontífice del Concilio Vaticano II, de los viajes internacionales y de la gran reforma de la Iglesia.

En su homilía, Francisco recordó que fue precisamente Pablo VI, quien instituyó hace 50 años el Sínodo de Obispos para, según sus propias palabras, «adaptar los métodos de apostolado a las múltiples necesidades de nuestro tiempo y a las nuevas condiciones sociales».

La espléndida ceremonia de beatificación servía de clausura al Sínodo de la Familia en el que, según el Papa, los 253 participantes, «pastores y laicos de todas las partes del mundo han traído aquí a Roma la voz de sus Iglesias particulares para ayudar a las familias de hoy a seguir el camino del Evangelio».

El Santo Padre afirmó que en estas dos semanas «hemos vivido la sinodalidad y la colegialidad, y hemos sentido la fuerza del Espíritu Santo que guía y renueva sin cesar a la Iglesia, llamada, con premura, a hacerse cargo de las heridas abiertas y a devolver la esperanza a tantas personas que la han perdido».

El Papa imploró al Espíritu Santo «que, en estos días intensos, nos ha concedido trabajar generosamente con verdadera libertad y humilde creatividad», acompañe ahora, «en las Iglesias de toda la tierra, el camino de preparación del Sínodo Ordinario de los Obispos de octubre de 2015», que elaborará propuestas pastorales al Santo Padre.

Francisco recordó a Pablo VI como un «gran Papa», un «cristiano comprometido» y un «apóstol incansable», a quien agradeció, hablándole en presente, «tu humilde y profético testimonio de amor a Cristo y a su Iglesia».

Leyendo un pasaje del diario «del gran timonel del Concilio» sobre su vocación al sufrimiento por la Iglesia, el Papa afirmó que «en esta humildad brilla la grandeza del Beato Pablo VI que, cuando estaba surgiendo una sociedad secularizada y hostil, supo conducir con sabiduría y con visión de futuro –y quizás en solitario– el timón de la barca de Pedro sin perder nunca la alegría y la fe en el Señor».

Al lado del altar, la reliquia del beato Pablo VI era precisamente la camiseta interior ensangrentada después de las dos puñaladas que le asestó un mediocre pintor boliviano poco después de su aterrizaje en el aeropuerto de Manila en 1970.

En la línea del gran pontífice reformador, el Papa recordó que «¡Dios no tiene miedo de las novedades! Por eso, continuamente nos sorprende, mostrándonos y llevándonos por caminos imprevistos. Nos renueva, es decir, nos hace siempre nuevos. «Un cristiano que vive el Evangelio es ‘la novedad de Dios’ en la Iglesia y en el mundo. Y a Dios le gusta mucho esta novedad».

Ver los comentarios