Bildu ya tiene su Chupinazo

Chantal Estrade y Javier Aranegui se mostraban exhaustos tras prender el Chupinazo de los Sanfermines 2015, un privilegio al alcance de muy pocos pamploneses. No se han salido de la tradición y con un fuerte «Pamplonesas, pamploneses, iruñeako, Viva San Fermín, gora San Fermín» han dado inicio a nueve días de alegría y diversión.

Sin embargo, el Chupinazo de 2015 no pasará a la historia por ser el año en que lanzaron el cohete un descendiente de los miembros de la peña La Veleta y un miembro del Orfeón Pamplonés, sino por ser la primera vez en la historia que la ikurriña, la bandera de otra Comunidad Autónoma preside el inicio de las fiestas. «Con esta bandera, yo creo que nadie puede decir que no se ha sentido identificado en el Chupinazo», ha asegurado el alcalde de Pamplona, Joseba Asirón.

No sólo la ikurriña ha presidido el Chupinazo, sino que enormes pancartas a favor de los presos de ETA han ocupado buena parte de la plaza Consistorial. Y es que Asirón ha permitido este año que pancartas de cualquier tamaño accedieran a la plaza, independientemente del riesgo que una pancarta de esas proporciones puede crear en una aglomeración así.

La Delegación del Gobierno ya ha anunciado que ha presentado un recurso ante el Tribunal Contencioso Administrativo por la utilización de una bandera de una Comunidad Autónoma distinta a la Navarra, algo que, en teoría contradice la Ley Foral de Símbolos. Sin embargo, el alcalde de Pamplona garantizó que no se incumpliría dicha ley. Para ello, ha utilizado a tres parlamentarias vascas de Bildu para justificar la colocación de la ikurriña como gesto de respeto.

«Queremos que sean unos Sanfermines para todos y todas», dijo Asirón hace unos días. Pues buena parte de los asistentes al Cohete no se han mostrado satisfechos. Incluso ha habido algún amago de pelea entre los mozos que han acudido a la plaza.

No obstante, una vez pasado el Chupinazo, la fiesta afortunadamente se ha trasladado de la casa Consistorial a las calles de la ciudad donde los vecinos y visitantes enseguida han comenzado a bailar, recorrer las calles pidiendo agua a los balcones, disfrutar con la banda de gaiteros y olvidándose por unos días de que la política existe.