Una dieta rica en fibra también reduce el riesgo de cáncer de mama
Una dieta rica en fibra también reduce el riesgo de cáncer de mama - WIKIMEDIA
CÁNCER DE MAMA

Las dietas ricas en fibra también protegen frente al cáncer de mama

La reducción del riesgo es mayor cuando la ingesta se lleva a cabo durante la adolescencia o la juventud

MADRID Actualizado: Guardar
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Numerosos estudios han constatado cómo las dietas ricas en fibra ayudan a prevenir el cáncer colorrectal. De hecho, y junto con la práctica de ejercicio y la evitación del tabaco y el alcohol, la ingesta de fibra se presenta como uno de los pocos factores de riesgo modificables para la prevención de este tumor. Un beneficio, además, que podría extenderse a otros tipos de cáncer, como el de mama. Sin embargo, los resultados de las investigaciones han sido poco concluyentes. O así ha sido hasta ahora, dado que un estudio llevado a cabo por investigadores de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de la Universidad de Harvard (EE.UU.) ha logrado demostrar que las dietas con un alto contenido de fibra previenen el desarrollo del tumor, muy especialmente cuando son ingeridas en la adolescencia o la juventud.

Como explica Maryam Farvid, directora de esta investigación publicada en la revista « Pediatrics», «la inmensa mayoría de estudios previos sobre ingesta de fibra y cáncer de mama habían mostrado la ausencia de una relación. Además, ninguno de estos trabajos había analizado la dieta durante la adolescencia o la juventud, períodos en los que los factores de riesgo de cáncer de mama parecen ser especialmente importantes».

Y en este contexto, continúa la experta, «nuestro trabajo sobre el papel de la nutrición en las etapas tempranas de la vida y la incidencia de cáncer de mama añade un nuevo factor de riesgo potencialmente modificable a los escasos ya identificados para el cáncer de mama en la premenopausia».

Más frutas y verduras

Para llevar a cabo el estudio, los autores analizaron los historiales médicos de 90.534 mujeres incluidas en el Estudio de Salud de las Enfermeras II (NHS II), una investigación puesta en marcha en 1991 y en el que las participantes, cuyas edades oscilaban entre los 27 y 44 años en el momento de su reclutamiento, respondían cada cuatro años a un cuestionario sobre sus hábitos dietéticos.

Los resultados mostraron que las mujeres en los primeros años de la edad adulta cuyas dietas contenían fibra tenían un menor riesgo de desarrollar cáncer de mama. Concretamente, el riesgo se reducía entre un 12% y un 19% en función de la cantidad de fibra ingerida en la dieta, observándose una disminución del 13% por cada 10 gramos de fibra adicional –la cantidad que se encuentra en una manzana.

Asimismo, y en caso de que la fibra ya se incluyera en la dieta durante la adolescencia –las participantes respondieron a un cuestionario extra en 1998 sobre sus hábitos dietéticos cuando iban al instituto–, la reducción del riesgo se estableció en el 16% para el cáncer de mama en cualquier etapa de la vida y en el 24% para el desarrollo de la enfermedad antes de la menopausia.

La ingesta de fibra es uno de los escasos factores de riesgo potencialmente modificables identificados para el cáncer de mama en la premenopausia
Maryam Farvid

Y este beneficio de la ingesta de fibra, ¿está restringido solo a las mujeres ‘más jóvenes’? No; los resultados mostraron una relación inversa y muy fuerte entre la fibra en la dieta y el cáncer de mama para todo el conjunto de mujeres. Además, apuntan los autores, «supuestamente, el mayor beneficio se obtuvo con la ingesta de fibra procedente de frutas y vegetales».

Comer hoy para prevenir mañana

El beneficio asociado al consumo de fibra fue independiente de otros factores que pueden influir en el cáncer de mama como son el índice de masa corporal (IMC), los cambios de peso, la historia familiar, el consumo de alcohol, las características de la menstruación y otros factores dietéticos.

Y esta asociación, ¿cómo se explica? Pues según refieren los autores, «es posible que los alimentos ricos en fibra ayuden a reducir los niveles elevados de estrógeno en la sangre, que se encuentran muy fuertemente ligados al desarrollo de cáncer de mama».

Como concluye Walter Willett, co-autor del estudio, «sabemos de otros estudios que el tejido mamario se encuentra influenciado por distintos carcinógenos y anticarcinógenos durante la infancia y la adolescencia. Y ahora tenemos evidencias de que lo que demos de comer a nuestros hijos durante este período de tiempo también es un factor importante para el riesgo de cáncer en el futuro».

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