Provincia de Cádiz

El recuerdo de la historia de los 87 gaditanos deportados a campos de concentración nazis

El historiador Ángel Medina publica un libro con las biografías de los vecinos de la provincia de Cádiz que fueron capturados por las tropas alemanas

Juan Navarro Saborido, el primer gaditano fallecido en un campo de concentración nazi

Ángel Medina posa junto a su nuevo libro L. V
Jesús Mejías

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Un total de 87 gaditanos fueron deportados a campos de concentración nazis durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Un viaje al infierno para 87 vecinos de la provincia de Cádiz, 87 familias, 87 hombres con nombres y apellidos, con mujer e hijos en muchos casos, 87 historias que contar y que no deben quedar en el olvido. Al menos ese es el objetivo de Ángel Medina, historiador natural de Setenil de las Bodegas y que ha publicado su tercer libro llamado 'Gaditanos deportes a campos de concentración nazis'. El libro lo publica la Asociación de Memoria Histórica de Setenil y el ministerio de la Presidencia y lo edita la Editorial Tréveris.

Ángel relata en el libro la biografía de los gaditanos que fueron trasladados a los campos de concentración durante el mayor conflicto bélico de la historia. Fueron asesinados 59, sobrevivieron 27 y «está el caso particular de Andrés Gutiérrez, que lo califico como desaparecido porque no tengo los datos suficientes para saber si falleció o no».

Se trata de la tercer libro del historiador tras 'Setenil de las Bodegas: República, Guerra y Dictadura' y 'Fosas con memoria, golpe y represión en Alcalá del Valle'. La motivación para escribir sobre estos 87 gaditanos deportados a los campos de concentración nazis le llegó «al ver el panorama de estudios e investigaciones que había a nivel provincial, y comparándolo a nivel nacional y otras comunidades autónomas y provincias vi que faltaba un estudio sobre los gaditanos que habían estado en los campos».

Para recabar la información «me basé en los estudios que había en otras provincias y comunidades autónomas, y a partir de ahí me fui basando en la documentación que había en Alemania en el archivo Arolsen, un centro de documentación alemán y que por suerte lo tiene digitalizado» y cuando «tuve el primer listado, tenía a 87 gaditanos registrados, me llevé horas y horas cotejando datos porque había que ver el número de matrícula con el que fueron ingresaron, cuando entraron en los campos, si salieron con vida, si fallecieron, cuando fueron trasladados...».

«Fui tirando de la manta, y luego he tenido el apoyo de muchos familiares que me han facilitado fotografías, cartas e incluso objetos personales con las que he podido escribir sus biografías, algunas están más completas y a otras les pueden faltar algunos datos», señala. El trabajo de campo «duró en torno a dos años, y al estar todo digitalizado en Alemania y en otros archivos franceses, he podido hilarlo todo muy bien».

87 gaditanos deportados, 87 historias

Todos estos gaditanos «salvo algunas excepciones» tenían «un patrón muy definido». Cuenta el historiador que se trataba de personas que «cuando se produce el golpe militar y se inicia la Guerra Civil escapan de la provincia porque cae en manos sublevadas en apenas dos meses» y «se enrolan en el ejército republicano durante la guerra».

Tras la derrota del bando republicano «huyen a Francia y forman parte de los batallones de trabajadores contra el nazismo en la Segunda Guerra Mundial» pero «tras la victoria nazi son detenidos, son declarados prisioneros de guerra y al ser rechazados por España son denominados apátridas -sin patria- y forman parte de la política de exterminio de los nazis hasta que muchos de ellos mueren sin importarles nada», mientras que «los que sobreviven estuvieron entre cuatro y cinco años de internamiento hasta que en el año 1945 son liberados».

«La mayoría estuvieron en el campo de concentración de Mathausen y en el subcampo de Gusen», señala. Sobre las causas de la muerte de los 59 gaditanos asesinados afirma que «recojo lo que aparece en los libros de los nazis, que eran muy meticulosos en la administración de los campos de concentración, lo registraban todo».

En la documentación de «los famosos libros de la muerte, donde se anotan las causas del fallecimiento» aparece que murieron «por una inflamación cardiaca, inflamación pulmonar, otros por tuberculosis, un colapso temporal que ahí ya te dice que puede ser, e incluso en algunos viene recogido que fue un suicidio». Realmente «mueren por hambre, por las palizas que le daban, experimentos de inyecciones de gasolina», mientras que «en algunos casos aparece que la causa de muerte fue un 'shock' corporal y lo que esconden es que habían sido asesinados por un tiro o gaseados».

El regreso a casa

De los 87 gaditanos deportados a los campos de concentración sobrevivieron solo 27. «Ellos eran considerados apátridas por los nazis y cuando salen se les queda esa categoría», no podían volver a España «porque iban a ser encarcelados de nuevo y se tuvieron que buscar la vida, sobre todo en Francia y otros vagaron un poco por Europa hasta que encontraron su lugar».

No obstante «algunos volvieron a Cádiz cuando acabó la dictadura, en los años ochenta y noventa regresaron a casa a morir aquí en la tranquilidad que suponía la Democracia».

Por último, apunta a que «lo sencillo sería quedarte con los que vivieron, que pudieron contarlo y tienes muchos testimonios que me han cedido», pero por ejemplo Ángel se queda «con historias como la de Eduardo Scott, de Olvera, que ha salido incluso en un documental, y aparece al salir del campo de concentración cuando es liberado y pesa treinta o treinta y cinco kilos». Recuerda con cariño la entrevista con «el hijo e Ignacio Bernal, un soldado de la Marina, natural de Cádiz, y que termina en un campo de concentración». Su hijo vive en Estados Unidos y «él me contó como la madre hizo todo lo posible para que su padre pudiera marcharse con ellos a México, me quedo con lo que me contaba de lo poco que recordaba a su padre».

«Me quedo con el contacto con los familiares, los nietos, incluso el hijo de José Fernández, que formó parte de la banda de música que estaba e el campo de concentración de Mathausen». Su hijo, «que se llama Jacques me cuenta los dibujos que le hicieron en Mathausen a su padre, porque aquellos que trabajaban en los oficinas tenían más privilegios que los que trabajaban en otras cuestiones dentro del campo de concentración».

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