cádiz

Vargas-Machuca: «Carlos Díaz escuchaba más a la gente de a pie que al aparato del partido»

fallece carlos díaz

El antiguo diputado socialista afirma sobre el que fuera su compañero de partido que «fue un descubrimiento como alcalde, era muy singular»

Último adiós al primer alcalde del Cádiz democrático, un hombre de «gran humanidad y cercano a la gente»

Ramón Vargas-Machuca, tras el funeral de Carlos Díaz. Antonio vázquez
Álvaro Mogollo

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Uno de las figuras de referencia en el PSOE gaditano es Ramón Vargas-Machuca, diputado nacional desde el año 1977 hasta el 1993 que compartió en el plano temporal buena parte de su vida política con el que fuera primera alcalde democrático de Cádiz, Carlos Díaz, fallecido en las últimas horas.

Recordando la figura de quien estuvo al frente del consistorio gaditano durante cuatro mandatos, ensalza «su bonhomía con los ciudadanos y una rectitud extraordinaria»: «Siempre destacó el respeto a la ley, que aunque la pulcritud en la política debe darse por supuesta como el valor a los soldados, como ha habido tantas cosas durante estos años de democracia, es justo decir que atesoraba una integridad extraordinaria».

Sobre la designación de Díaz como candidato a la alcaldía, Vargas-Machuca refiere alguna reunión de socialistas celebrada en su casa en 1977, con la vista puesta en las primeras elecciones de 1979: «Se estaba pensando en algunas otras personas, pero Carlos enseguida se impuso porque era afable y de consenso, poco dado a las banderitas».

En la lista de candidatos, se rumoreó que estaban hombres como Jaime Pérez-Llorca, José Manuel Duarte o Ramón David, aunque el exdiputado cree recordar que ninguno de ellos estuvo sobre la mesa como opción clara por diferentes motivos, el principal de ellos era que Carlos Díaz representaba una buena alternativa «porque nos pareció extraordinario» y además «era el candidato que menos fricciones proponía porque no tenía voluntad de ascenso interno, ya que tenía su empleo asegurado y no pensaba en el currículum».

El que fuera congresista conoció a Carlos Díaz por mediación de Alfonso Lazo, primo del exalcalde y también diputado del PSOE: «Vi que Carlos era una persona interesante, que como abogado laboralista, además de funcionario de la administración central, estaba en UGT dando el callo». Gracias a Lazo, «un gran historiador y con mucha ascendencia intelectual» sobre Díaz, este se integró en el PSOE tras haber sido simpatizante del PSP de Tierno Galván.

Su desempeño en la alcaldía «fue un descubrimiento», expone Ramón: «Era muy singular. Iba por la calle y era un problema para quienes le acompañaban porque le paraban y apuntaba lo que le decían para trasmitírselo al concejal que correspondiese».

La apariencia física jugaba a su favor: «Era un hombre de sencillez y tenía un poco de vanidad de hombre porque era muy apuesto y tuvo muy buena planta». «En los carteles quedaba muy bien», dice sobre los anuncios de reclamo electoral.

Destaca de su forma de obrar la autonomía de criterio, que no le dolía modificar «si tú le dabas le dabas razones», algo que era posible porque se prestaba a conocer la opinión de los demás: «Escuchaba más a la gente que al aparato del partido».

«Algunas sugerencias podían ser disparatadas a juicio de otros, pero él recogía todas las observaciones que había, las ponía sobre la mesa y tenía que discutirlas con su grupo de concejales», cuenta Vargas-Machuca sobre la escucha activa que solía ejercer Díaz.

A su juicio, tenía grandes cualidades para desempeñar el cargo: «Era muy poco sectario y muy institucional, se llevaba muy bien con los concejales de otros partidos. También tenía muy buena relación con alcaldes de otras localidades».

«No sé si fuimos lo suficientemente generosos con él»

Tras cuatro mandatos al frente de San Juan de Dios, los tres últimos con mayoría absoluta, el PSOE decide que Carlos Díaz dé un paso al lado en 1995, decisión que, vistos los resultados en perspectiva, muchos colegas consideran errónea a toro pasado.

«Yo creo que había un cansancio general porque llevaba mucho tiempo», expone Vargas-Machuca. «El tiempo hace el desgaste y eso se ve hasta en las coplas de carnaval», agrega. Pero asume que, aunque él en esa fecha ya estaba retirado de la primera línea política, pudo ser un movimiento fallido: «Puede que fuera peor el remedio que la enfermedad».

Casi 30 años después, no encuentra motivos para no ser críticos con la postura de su partido: «Ahora es muy fácil decirlo, pero no sé si fuimos lo suficientemente generosos con él». Aunque precisa que sí que fue bien tratado internamente porque era una persona muy querida.

«Lo cierto es que mientras estuvo, ganó las elecciones. Desde ahí, el PSOE no ha vuelto a gobernar. Eso lo dice todo», remata con rotundidad al respecto.

Implacable con la corrupción

En la pérdida del Ayuntamiento de Cádiz para el PSOE, bajo el punto de vista del excongresista, influyó en cierto modo el desapego que se generó por el Gobierno tras la Huelga General y los casos que afloraban sobre la corrupción.

Una lacra que golpeó a España pero que en ningún caso al consistorio gaditano, afirma: «No los podía haber. Ahí sí hablo yo con muchísima autoridad en el sentido de que Carlos siempre fue implacable». «Nos escandalizábamos por algunas cosas que veíamos en otros sitios, pero en Cádiz teníamos la seguridad de que había un escudo extraordinario que era Carlos», asegura.

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