Botellón

El botellón se extiende en la provincia y multiplica sus efectos en verano

Cádiz, El Puerto y zonas costeras concentran los principales focos de jóvenes bebiendo en las calles hasta altas horas de la madrugada

Pablo van Vroenhoven

Cádiz

El botellón, ese lugar que tiene dos puntos de vista divididos por norma general según tramos de edad. Para los jóvenes que están en edad universitaria se convierte en una zona de diversión y esparcimiento, donde estar con los amigos y prepararse para una fiesta que puede durar todo el día y la noche. Los que ya empiezan a trabajar poco a poco van saliendo de la dinámica, bien sea por pereza, vergüenza de beber en la calle, o incluso porque su poder adquisitivo crece y pueden permitirse el lujo de pedir más copas dentro. Los adultos y personas mayores se pueden agrupar juntos, ya que no suelen ser vistos por esta zona. Los menores no haría falta ni mencionarlos, puesto que tienen prohibido el consumo de alcohol, aunque la ya sabemos que «de la teoría al hecho, hay un trecho».

Hasta aquí todo correcto. Cada uno tiene su campo de diversión y no por ello hay que juzgarlo. Lo que si tiene importancia es la repercusión que tiene este estilo de diversión en la sociedad. Contaminación acústica, contaminación por acumulación de basuras y daños materiales al mobiliario, son algunos problemas directos que incumben a todo un barrio donde queda situado el botellón, aunque hay que sumarle más. Desde el Ministerio de Sanidad advierten que el alcohol daña el cuerpo y el cerebro a corto y largo plazo, además de provocar enfermedades en órganos vitales, producir problemas de memoria, de atención o de coordinación.

A los adultos y por consiguiente más maduros les cuesta entender como con tantos problemas en contra los jóvenes continúan realizando habitualmente esta práctica. Cada uno tiene su verdad. Los jóvenes defienden hacerlo puesto que «es una forma de juntarnos los amigos y beber. Si no tenemos una casa vacía tendremos que salir a la calle. No podemos beber en casa si están nuestros familiares. Si no hacemos botellón en la calle… ¿A dónde vamos?», afirman algunos jóvenes.

Respecto a problemas de salud el debate es complicado, ya que cada uno hace lo que quiere con su cuerpo mientras no interfiera en otras personas. El resto de problemas si merece una detallada explicación de las personas implicadas directamente en el botellón.

En la provincia de Cádiz a lo largo del verano hay tres focos principales de botellones. El primero se encuentra en la capital, en concreto en la Punta de San Felipe, donde diariamente se concentran cientos de jóvenes para emborracharse y posteriormente entrar a discotecas del casco histórico de la ciudad. Este botellón parece tener los días contados porque para verano de 2024 se convertirá en un beach club.

No son pocas las tragedias que se vinculan a la previa de fiesta en la Punta de San Felipe. En 2004 ya hubo un apuñalamiento a un joven estudiante de 23 años. O en 2019 cuando un chico gaditano de 30 años quedó sedado y en estado reservado después de sufrir una brutal agresión, con patada en la cabeza incluida, por parte de cuatro ciudadanos italianos.

La más actual ha tenido lugar este mismo año, en el mes de junio, cuando una riña multitudinaria entre dos bandos, de más de 40 personas de Jerez y El Puerto, acabó con tres detenidos. Esta pelea ha hecho preguntarse a muchos porque la ciudad sigue contando con este punto negro de la noche gaditana en donde el 80% de las personas que se concentran son de fuera.

La ruta del ocio nocturno continúa en Conil, aunque atrás quedaron los grandes botellones, que hicieron famoso a la localidad. La afluencia de miles de jóvenes para salir en esta pequeña localidad gaditana llegó a engullir el resto de la oferta de hostelería y de ocio a principios de la década del 2000, hasta tal punto que en 2010 el Ayuntamiento conileño lo prohibió por ordenanza municipal. Ahora se siguen realizando, pero supuestamente de manera más controlada.

Por último, nos marchamos hasta una da las ciudades más veraniegas de la provincia, El Puerto de Santa María. En concreto nos centramos en Puerto Sherry, donde ahora se asientan diferentes chiringuitos con una oferta fiestera que comienza con el botellón tras el medio días, que continúa en los bares de copas diurnos, y finaliza en las discotecas del centro de la localidad.

Actualmente tal vez sea el del municipio portuense el que acumule más público durante el verano, haciendo de los Pinares y Dunas de San Antón, frente a los chiringuitos, un lugar idóneo para realizar ilegalidades.

Las diferentes entidades que tienen que convivir diariamente con este problema, puesto que ocurre todos los días de la semana, se muestran muy molestas con la situación. Incluimos taxistas, policías locales y a la Federación Andaluza de Vela, ya que cuenta con un centro de tecnificación en las inmediaciones. Muchos problemas y pocos beneficios a los que desde el consistorio portuense no quieren dar respuesta y se tapan los ojos.

La Voz de Cádiz de ha puesto en contacto con el Ayuntamiento de El Puerto de Santa María para recabar datos y que den su punto de vista sobre la situación del botellón en Puerto Sherry, uno de los que tienen mayor afluencia en la provincia, pero no ha obtenido respuesta.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación