Botellón

«Aquello es un embudo que cuando se colapsa no puedes ni entrar ni salir»

Los taxistas son una parte fundamental de la fiesta en Puerto Sherry, ya que cuando todo termina son el único transporte público que puede sacar de la zona a los jóvenes

Pablo van Vroenhoven

El Puerto

Salir de fiesta puede llegar a ser sinónimo de beber alcohol, por lo que muchas de las personas que optan por salir de fiesta por Puerto Sherry se desplazan en transporte público como son los taxis.

Es fácil ver largas colas esperando un taxi que de por finalizada la noche, y muchos no lo encuentran hasta pasadas unas horas. Francisco Javier González es vicepresidente de la Agrupación de taxis de El Puerto y comenta que esto se debe a la situación del botellón, en el pinar frente a los bares.

«El problema es la ubicación de los chiringuitos. Aquello es un embudo al que entra servicio público y particulares, provocando que se colapse la entrada y ni podemos entrar ni podamos salir. El tiempo de espera sube porque hay enormes colas y no podemos pasar. La gente además no sale progresivamente, salen todos de golpe en cuanto cierran los bares. Ni aunque traigas cinco flotas enteras de taxis abarcamos para cubrir aquello». No solo son taxistas de El Puerto los que acuden hasta Puerto Sherry, también cuentan con el apoyo de profesionales de Jerez y de Puerto Real. Además, esta localización provoca que un día pueda haber un grave accidente. «Muchas veces la gente se cruza por en medio de la carretera sin mirar y bebidos, lo que puede ocasionar un atropello».

La solución la van a buscar en contratar, como agrupación, un autobús que quite gente en horas punta para que «los chavales no se queden ahí esperando una hora a que llegue un taxi que les pueda recoger». Aun así, la solución no se espera que llegue de cara a este verano, aunque esperan lograrlo para que en 2024 puedan dar un mejor servicio.

Hace recientemente poco la Policía Local del municipio portuense ha interceptado varios vehículos que operaban en la ciudad portuense sin título habilitante para transportar a viajeros, algo ilegal y que supone un intrusismo en el sector del taxi. «Es una lacra. Entendemos que cuando llega cierta hora y la gente continúa esperando ya les da igual montarse en cualquier coche. Además, mucha gente se queda extrañada con los precios porque el pirata le ha cobrado 30 o 40 euros por cabeza para llevarlos al centro».

«El problema no es que nos quiten clientes, porque allí hay de sobra. El problema es que el viajero no sabe en qué coche se monta. Hay personas que se han subido a taxis piratas y a los pocos metros se han bajado porque el conductor iba en estado de embriaguez. Están poniendo en riesgo la vida de esas personas», explica Francisco Javier González.

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