Aaron Sorkin se sienta en el banquillo: de «Algunos hombres buenos» a «El juicio de los 7 de Chicago»

El famoso guionista convertido en director vuelve a los dramas legales en la nueva película de Netflix

Aaron Sorkin, en el estreno de «Juicio de los 7 de Chicago» Reuters

Ernesto Rodriguez

En 1992, Estados Unidos pasaba por un momento complicado. Después de su primer mandato, George H. W. Bush veía como una guerra impopular, los principios de una recesión económica y una imagen de desconexión con la realidad marcaban su campaña. 28 años y tres presidentes después, Donald Trump está en una situación similar. Es cierto que no es el rostro de un conflicto bélico, pero si de una pandemia. En ambos casos, ha habido quien lleve a juicio sus gestiones, al menos en el cine: Aaron Sorkin.

Dos dramas legales en los que el guionista de piezas clave del cine contemporáneo –como «La red social», o de series, como «El ala oeste de la Casa Blanca»– pone en tela de juicio mucho más que a los acusados. Por un lado está «Algunos hombres buenos» (1992) , que utiliza los principios que deben regir a la marina de Estados Unidos cómo punto central del conflicto entre el abogado naval Daniel Kaffee (Tom Cruise) y el despiadado coronel Nathan R. Jessup (Jack Nicholson). En el otro lado está «El juicio de los 7 de Chicago» , en la cual el guionista y director decide buscar el alma del país en un grupo de rebeldes que decidieron protestar contra la guerra de Vietnam en 1968.

El honor en la marina

La cinta de 1992 tiene un peso importante en la carrera de Sorkin: es su primer guión para cine. Basada en su propia obra de teatro, ya tenía varias de las características que se han vuelto marca de fábrica: diálogos rápidos y precisos, un idealismo marcado, la capacidad de revelar información solo en el momento justo y, por supuesto, un uso de los monólogos que evidencia sus raíces teatrales.

Dirigida correctamente por Rob Reiner, «Algunos hombres buenos» aprovecha sus dos actuaciones principales para poner en frente su tema central: el choque entre el pragmatismo y la necesidad de mantener nuestros principios. El Kaffee de Cruise, quien utiliza hasta la última gota de su carisma sin la necesidad de las acrobacias de «Misión imposible» o los aviones de «Top Gun», poco a poco va aceptando la necesidad de tomar riesgos cuando es lo correcto. Lo hace guiado por la Joanne Galloway de Demi Moore , en el juicio para defender a dos cabos acusados del asesinato de uno de sus compañeros.

Más allá del inolvidable discurso con el que Jack Nicholson cierra el juicio, aquel de «no puedes manejar la verdad», la película está llena de frases y diálogos memorables. Sean por como revelan la posición moral de sus personajes –como cuándo Cruise dice del código de honor de la marina «le hace querer golpear a alguien»– o bien el ego de Nicholson en su primer encuentro –«desayuno a 400 yardas de 3000 cubanos entrenados para matarme»–.

Finalmente, «Algunos hombres buenos» señala como culpables del drama al Coronel Jessup, derrotado gracias a que el abogado defensor fue capaz de conseguir sus principios durante el juicio. El abuso de poder es el gran monstruo de la cinta y, aunque esa posición no ha cambiado demasiado, si parece que el guionista tiene un poco menos de confianza en la posibilidad de vencerlo.

Sorkin dirigiendo a Sorkin

Hay dos grandes diferencias en cómo Sorkin aborda «El juicio de los 7 de Chicago» . La primera es que ahora también dirige, y eso le permite experimentar con herramientas de las que no disponía en su debut. La cinta abre con un montaje tan veloz que parece sacado de lo mejor de Scorsese de los setenta y termina con un fundido a negro que bien se lo pudo haber robado a Steven Spielberg . Pese a todo, es complicado definirlo como director más allá de la imitación y de saber sacar buenas interpretaciones de sus actores.

La segunda es cómo se marca el idealismo del guionista. Si en los noventa creía que con solo descubrir tus principios era suficiente, en esta nueva cinta acepta que en ocasiones estos pueden ser devorados por el sistema y los abusos (aunque haya que pelear por ellos). Es difícil saber qué provocó este cambio en el escritor: si el caso real en que está basada la cinta, el absurdismo de la presidencia de Trump o haber trabajado en el camino con David Fincher .

Si en el guión de «Algunos Hombres Buenos» ponía a juicio los abusos de poder, en «El juicio de los 7 de Chicago» lo hace con las propias instituciones de Estados Unidos , señalando lo débiles que pueden ser cuando hay personas terribles ocupándolas (como el juez Julius Hoffman de Frank Langella) y como es responsabilidad de los ciudadanos defenderlas. Todo esto mientras lanza un dardo a las institución policial y su manejo de las situaciones de protesta. En una entrevista con «Entertainment Weekly» el director dijo que «la película no es sobre 1968, es sobre la actualidad », y se nota en su manera de presentar las protestas y a la Policía, más cercanas al Black Lives Matter que al movimiento hippie. Esto hace que el guionista decida subrayar los componentes raciales de los abusos. Una de las imágenes más potentes del filme se encuentra en un trágico choque entre el juez de Langella y el Bobby Seale de Yahya Abdul-Mateen II , que causará que más de uno interrumpa la cinta para confirmar que ocurrió.

Afortunadamente, los puntos más brillantes de Sorkin se han mantenido desde su primer guión. Los diálogos siguen siendo igual de rápidos y continúan siendo un cómplice perfecto para revelar la personalidad de su personajes. El elenco le ayuda. Apartando ese montaje del principio, la película bien podría ser una obra de teatro con dos escenarios así que queda en manos de sus actores darle fuerza a sus palabras. Sea el Tom Hayden de Eddie Redmayne, el Abbie Hoffman de Sacha Baron Cohen o el William Kunstler de Mark Rylance. Los actores saben dar vida a los ideales revolucionarios de los sesenta, y Joseph Gordon Levitt muestra que se puede conseguir figuras con valor dentro de las instituciones.

En la carrera del Oscar

Donde Sorkin y Netflix posiblemente esperen que ambas cintas se diferencian es en su suerte en la temporada de premios. «Algunos hombres buenos» fue nominada a cuatro premios de la Academia: mejor película, mejor actor de reparto, mejor edición y mejor mezcla de sonido; pero se fue a casa con las manos vacías. De momento, aún no se sabe cuántas nominaciones obtendrá, si es que tendrá alguna. Pero su trama (al igual que la posición que toma al respecto) sumado a su elenco lleno de estrellas y la fama que se ha creado su director y guionista, la posicionan como una de las grandes candidatas en un 2021 que presentará pocas opciones .

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