Crítica de 'Héroes de barrio': Esperando a Joaquín, el del Betis
Comedia fresca, familiar y bienintencionada, en el sentido de que su mayor y mejor objetivo es no arruinarle el día a ni uno solo de los espectadores que se acerquen a ella
Comedia fresca, familiar y bienintencionada, en el sentido de que su mayor y mejor objetivo es no arruinarle el día a ni uno solo de los espectadores que se acerquen a ella. La directora, Ángeles Reiné , que debutó en el largometraje hace tres años con ‘Salir del ropero’, que solo era simpática, logra en esta ocasión un pequeño impulso hacia arriba gracias a dos buenas palancas: el fútbol infantil y femenino, que es tendencia y tiene su papel en el argumento, y la presencia de la niña Luna Fulgencio , la hija flamenca de Santiago Segura en sus películas de ‘Padre no hay más que uno’ y que tiene demostrado en su ya cuajada filmografía que atesora algo, chispa, gracia, desparpajo, que la cámara recoge y transmite con cierta naturalidad, lo cual, en el caso de los actores infantiles desenvueltos, suele traducirse en una descarga irritante para la historia que se cuenta. Y con ella ocurre todo lo contrario: Luna llena.
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El argumento trata sobre un hombre calamitoso y sin muchas luces (Antonio Pagudo), que hace malabares por recuperar el amor de su exesposa (Lisi Linder) y, sobre todo, por seguir presente en el corazón de su hija (Luna), que quiere ser futbolista y, lo que es peor, pretende que Joaquín, el delantero eterno del Betis, apadrine el equipo de su barrio sevillano. En fin, esta línea argumental hubiera desalentado a Bergman, pero a los guionistas de ‘Héroes de barrio’ les permite construir una historia amable, a veces graciosa (la pareja de amigos, Pagudo y Álex O’Dogherty, no son Jack Lemmon y Walter Matthau, pero se hacen querer como si lo fueran), a veces emotiva, con la personalidad que le otorga Antonio Dechent al fondo de olla de su personaje.
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Héroes de barrio
Con un poco de exigencia, podrían habérsele limado mejor en el guion los perfiles al ‘macguffin’, que es la necesidad de llegar hasta el inexpugnable y chistoso Joaquín para que todo el entramado argumental quede en orden, y desde luego no hubiera sido difícil darle más entidad, cuerpo y soporte a lo despeinado del desarrollo. Pero, la falta de pretensiones, de alardes, no le sientan mal a 'Héroes de barrio’ , que sí tiene bien claro su propósito: no hacerle pasar un mal rato a su espectador y abundar en esa idea de que padre no hay más que uno.
