Crítica de 'Puñales por la espalda, el misterio de Glass Onion': Secuela y escuela de gracia, ritmo y suspense

«El momento más brillante de la película, descacharrante, es cuando Benoit Blanc, Daniel Craig, un lince vestido de cualquier manera, destripa el juego»

Edward Norton y Daniel Craig en 'Puñales por la espalda: el misterio de Glass Onion'
Oti Rodríguez Marchante

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En la divertida y sorprendente película que anticipaba a ésta, titulada solo ‘Puñales por la espalda’, el director, Rian Johnson, utilizaba descaradamente los aromas de las novelas de Agatha Christie y presentaba a su sabueso, el detective Benoit Blanc, interpretado por un irónico Daniel Craig entre afectado, altanero y bobo al mejor estilo de Poirot. Daniel Craig y Benoit Blanc es lo único que ha dejado aquí Rian Johnson de aquella película, ahora renovada de personajes, actores y causa criminal. No está, por lo tanto, y es una pena, Ana de Armas.

Aquí el pulso está entre Craig y Edward Norton , que interpreta a un millonario estúpido que invita a todos sus amigos a una isla de su propiedad para que participen en un juego en el que habrá un cadáver (el suyo propio) y un asesino al que hay que descubrir. Una broma. El momento más brillante de la película, descacharrante, es cuando Benoit Blanc, un lince vestido de cualquier manera, destripa el juego (como yo ahora el momento) antes de que empiece y la cara de boniato que sabe ponerle Edward Norton a su simplón millonario.

La película es larga y empieza tarde (después del momento, digamos), pero se sigue como un perro a su dueño por lo cromático de sus personajes y lo animado y sorprendente de la narración, tan generosa en guiños, bromas y giros que no puede uno más que alabar el ringorrango del guion (también de Rian Johnson) y la precisión y espectacularidad de su puesta en escena. Y conserva, dentro de su apariencia frívola, una evidente malicia en la observación de los comportamientos (los peores) del ser humano y en la danza macabra de las relaciones e intereses entre ellos.

Aunque no esté Ana de Armas (snif), el capítulo de interpretaciones es magnífico, pues entre el duelo de Daniel Craig y Edward Norton se cuelan las de una misteriosa Janelle Monáe, una chispeante Kate Hudson y todo el grupo de sospechosos; aunque tanta gracia como ellos tienen los detalles que salpican la trama, como las bromas sobre la pandemia o la presencia risueña de La Gioconda. En fin, que puestos a elogiar un ligero entretenimiento, esta segunda puñalada es de los mejor hechos y divertidos.

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