Russian Red: «Mudarse de Lavapiés al barrio de Salamanca es un acto punk»

Lourdes Hernández estrena su primera película, 'Ramona', en la que Madrid es mucho más que el escenario

Crítica de 'Ramona'

Lourdes Hernández, conocida como Russian Red, protagoniza el filme 'Ramona'
Fernando Muñoz

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En otoño de 2014, Russian Red apagó su voz antes de la tercera canción en un concierto en Seattle, en Estados Unidos. Lourdes Hernández, la mujer bajo el seudónimo que escogió por ser el color rojo de su pintalabios, se bajó de la música cuando estaba en la cima de su popularidad, auspiciada por una multinacional que la exponía como a una estrella y mientras se hacía un hueco en el ‘mainstream’. Pero se cansó. Vivía ya en Los Ángeles , aunque en realidad vivía viajando: o estaba de gira o estaba en un avión. Así que se muteó y se quedó en Los Ángeles con el que sería su marido, Zack Leigh, músico y empresario, junto al que restauró una iglesia para celebrar eventos que era la delicia de las revistas de Arquitectura más importantes del mundo.

Cuando se fue de Madrid -recuerda mientras deja el rastro de sus labios en un vaso humeante de café en la librería 8 y medio- todavía estaba enamorada de la ciudad. Ahora que ha regresado y está asentada aquí -sigue visitando LA con frecuencia- reconoce que «la ciudad está mejor que hace diez años». «El reencuentro con Madrid ha sido apoteósico, literal. Me pillas en pleno fervor. Todavía tengo el enamoramiento subido», exclama la cantante, que en realidad está aquí reconvertida en actriz. Estrena hoy su primera película como protagonista, ‘Ramona’ , en la que Madrid más que un escenario es su coprotagonista.

En la cinta, que dirige la debutante Andrea Bagney , Lourdes es Ramona -«hay como un desdoblamiento de personalidad, y es lo mejor»-, una aspirante a actriz treinteañera que trata de salir adelante entre cásting y cásting hasta que enamora, y es recíproco, o casi, a un hombre que resulta ser director. Rodada en blanco y negro y filmada durante los meses posteriores a la pandemia, con las calles semivacías, la cinta pretende ser algo así como uno de los homenajes que Woody Allen hace de Nueva York. Aunque hay más referencias: «Quería hacer una película clásica, como ‘Manhattan’, o como ‘El apartamento’, de Billy Wilder, o más reciente ‘Frances Ha’, de Noah Baumbach», apunta la directora, sentada junto a la que ya es su amiga.

Y eso que no sabía ni quién era Russian Red hace dos años, cuando Youtube le sugirió un vídeo de una joven cantando una versión en acústico. «Me enamoré, encontré a la que sería mi Ramona», rememora Andrea, que se puso en contacto vía online con Lourdes al leer que llevaba años con el deseo subterráneo de protagonizar una película. Desde entonces, la historia de Ramona ha ocupado sus conversaciones, aunque como recuerdan, lo que hizo que Lourdes confiara en una directora novel fue «el ‘feeling’ y la conexión que sentimos»: « Me conoció estando yo rapada y dijo: ‘Esta tía es una jefa’ », cuenta la cineasta, una palabra en la que todavía le cuesta reconocerse por todo lo que implica.

Juntas han dado forma a un personaje que, pese a la precariedad que debería acuciar a una niñera a la espera de un gran rodaje, no está preocupada por salir adelante. Ramona vive holgadamente en un luminoso piso de Lavapiés con su pareja, y las conversaciones son las que podría escuchar cualquiera con oído atento en el ‘brunch’ de moda de la ciudad. Lo único que parece atenazar a Ramona fuera de su cabeza es un vecino del que sospecha malas intenciones, por lo que le plantea al novio irse a vivir al barrio de Salamanca, así como quien no quiere la cosa.

«Querer pasar de Lavapiés al barrio de Salamanca es un acto punk. Es como aceptar que a lo mejor quieres vivir en un lugar donde te sientas más segura en lugar de en un barrio donde no lo estás, y a esto se le pueden como añadir significados para dar la vuelta a las cosas, pero es más sencillo que todo esto», apunta Lourdes Hernández, y cuando lo dice es imposible olvidar aquella entrevista donde dijo que si se tenía que decantar por una u otra ideología, se sentía más de derechas. Se le echaron encima y la presión fue salvaje.

Hoy ya no quiere hablar de eso, solo de ‘Ramona’, que presenta al mundo hoy, y de ese Madrid que ha encontrado de vuelta. «A raíz de rodar la película sí que empecé a pasar más tiempo real aquí. Es verdad que me fui de la ciudad muy enamorada (risas). No sentía que estuviera a la gresca con la ciudad para nada, pero quería vivir más cosas y abrirme al mundo y no me veía aquí. Entonces la vuelta ha sido muy guay porque ha sido reencontrarme con eso que dejé, y ya [con ilusión] renovada porque después de estar tanto tiempo fuera aprecio como más cosas que antes daba por hecho. O sea, Madrid mantiene muy bien su identidad a pesar de ser una ciudad que está mucho más internacionalizada. Y con eso me conecto también. Estoy ‘living’», sentencia.

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