Crítica de 'Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones': Ellos juegan, nosotros nos divertimos
La aventura, aunque llena de peligros y fuegos artificiales, no es lo importante. Lo importante son ellos, la nómina de monstruos, trucos y aventureros
Alguien tiene que morir en 'Stranger things'
Se han hecho varias versiones en cine de ‘Dragones y mazmorras’, ese juego de rol que diseñaron hace ya casi medio siglo Gary Gygax y Dave Arneson, pero ninguna tan bien equipada como esta que dirigen John Francis Daley y Jonathan M. Goldstein; y esa buena equipación consiste en una historia intrascendente, divertida, con unos personajes extravagantes y cómicos, con un exceso casi agotador de acción, peleas, coreografías y efectos de todo tipo que la convierten en un imparable pasapantallas en el que la ligereza, la falta de seriedad (solemnidad), el buen humor y el bullicio visual compensan cualquier sensación de atropello o simpleza del guion .
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La aventura, aunque llena de peligros y fuegos artificiales, no es lo importante. Lo importante son ellos, la nómina de monstruos, trucos y aventureros, el equipo que comanda el personaje de Chris Pine, que tiene más planes que la familia Kardashian y todos malos o muy malos; Michelle Rodriguez, Regé-Jean Page, Justice Smith, Sophia Lillis interpretan a su equipo, cada uno de ellos con superpoderes tan inexplicables como espectaculares. Fantasía pura, jocosa, a la que contribuye Hugh Grant, que se ha especializado en papeles de villano y que los soluciona con esa retranca simpática de golferas que se le ha quedado en el rostro; aunque haría bien en no encasillarse en malandrines abyectos pero ‘chulis’ como se encasquilló, de joven, en lo otro.
Ficha completa
Dungeons
Con un cuaderno de notas en la mano , tal vez alguien podría ir señalando algunos descuidos en los personajes y tramas, alguna situación o chiste mejorable, o el pobre desarrollo de la malvada Sofina (Daisy Head), pero lo cierto es que uno haría bien en tirar el cuaderno en cuanto empieza a funcionar el juego y dedicarse a gozar con lo que le ofrece la película y a comer maní.