SECO. Un niño keniano junto a un charco de agua estancada. / EFE
Sociedad

El Día Mundial del Medio Ambiente se centró en la amenaza de la desertización

La ONU llama a proteger las tierras áridas para luchar contra el hambre

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La superpoblación, la pérdida de biodiversidad, la contaminación marina, la sobreexplotación de recursos naturales... Los problemas que aquejan la salud del planeta son incontables y la lista para escoger lema en el Día Mundial del Medio Ambiente es, por desgracia, larga. Este año las Naciones Unidas vuelven la vista a territorios a menudo olvidados, las tierras áridas, en los que vive una tercera parte de la población mundial, mientras científicos de todo el mundo llaman a buscar fuentes energéticas alternativas para combatir el cambio climático.

Las tierras áridas cubren el 40% de la superficie terrestre y albergan a casi 2.000 millones de personas, la mayor parte en África y ciertas regiones de Asia. Son superficies escasas de recursos, con una capacidad agrícola y ganadera muy limitada, donde cualquier contingencia climática aboca al hambre a buena parte de sus moradores. Son regiones vulnerables y el programa de la ONU para el Medio Ambiente, el Pnuma lanzó ayer con su lema ¿No hagamos de las tierras áridas desiertos!, un grito de alerta.

«La pobreza, la ordenación insostenible de la tierra y el cambio climático están haciendo de las tierras áridas desiertos», recordó Kofi Annan, secretario general de la ONU en su mensaje institucional. Y la desertificación -añadió- conduce «a la pobreza o la exacerba». No es casual, recuerda la ONU, que África, el continente más árido y desertizado, sea también el más miserable. La degradación del terreno, la desaparición de la cubierta fértil, compromete seriamente «la erradicación de la pobreza y el hambre extremas», que la comunidad de naciones se ha comprometido a reducir a la mitad para 2015 en los Objetivos del Milenio, junto con la sostenibilidad del medio natural.

Pérdidas millonarias

Naciones Unidas conmemora en este 2006 el Año Internacional de los Desiertos y la Desertificación, y Argelia, el gran país del Sáhara, sirvió ayer de sede institucional para el Día Mundial. Según los datos del Pnuma, la desertificación y la sequía ocasionan pérdidas anuales por valor de 42.000 millones de dólares en la producción de alimentos en todo el mundo.

La desertificación es un fenómeno difícil de revertir, pero «puede prevenirse», recalcó Annan, y con él, la sobrecarga demográfica en las zonas urbanas, y la desaparición de paisajes y culturas ancestrales.

En España, la ministra de Medio Ambiente pidió «un gran pacto» para luchar contra el efecto invernadero y el calentamiento global. Cristina Narbona participó en el lanzamiento de la campaña de la UE contra el cambio climático y aprovechó para pedir una alianza entre todas las administraciones y los principales sectores de la economía para «recuperar el tiempo perdido». Narbona animó además al sector energético español a cambiar de forma progresiva la composición de las fuentes de energía para dar mayor cabida a las renovables.