DESOLACIÓN. Tres hombres sostienen los cadáveres de dos de sus familiares durante el rápido funeral celebrado en Bantul. / AP
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Un fuerte seísmo sacude la isla indonesia de Java y se cobra más de 3.000 vidas

El terremoto, de 6,2 de magnitud, desató el pánico en Yogyakarta, que quedó destruida

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El estremecedor recuerdo del 'tsunami' que asoló el 26 de diciembre de 2004 el sudeste de Asia, donde dejó más de 250.000 muertos, volvió a sacudir en la madrugada de ayer -medianoche en España- como un trueno a la población de la isla indonesia de Java. La tierra tembló con una magnitud de 6,2 grados en la escala de Richter -el epicentro se fijó en la ciudad de Yogyakarta- y arrancó de cuajo la vida a más de 3.000 personas.

Al caer la noche en la región, y más de quince horas después de registrarse el seísmo, la cifra oficial de víctimas mortales era de 3.068 personas, mientras los heridos se cuantificaban en 4.000. La Unidad de Desastres regional indicó que la zona donde hubo más muertos fue la provincia de Yogyakarta -se contabilizan 2.473, de los cuáles más de 2.000 en la ciudad de Bantul-, seguida del distrito de Klanten, donde se perdieron 522 vidas, según el diario digital 'Detikcom'. Las autoridades consideran que la cifra puede subir más, dado que se desconoce el número total de personas atrapadas bajo las viviendas destruidas.

Yogyakarta, uno de los principales centros turísticos de Indonesia por los famosos templos budistas de Borobudur y el volcán Merapi, que desde hace semanas expulsa gases y cenizas, se encuentra a unos 400 kilómetros al sudeste de Yakarta y a 25 kilómetros del epicentro de este terremoto.

La población costera de Bantul, al sur de Yogyakarta, quedó sin un edificio en pie, de acuerdo con testigos entrevistados por los medios locales, y la urgencia del momento obligó a cavar fosas comunes para enterrar los cadáveres y evitar epidemias. Los hospitales de la región se colapsaron, a pesar de haberse habilitado espacios en los pasillos, en las salas de espera e incluso en los recibidores.

El presidente de Indonesia, Susilo Banbang Yudhoyono, viajó pocas horas después de producirse la catástrofe a Yogyakarta con un equipo de ministros para evaluar la situación. En esa ciudad, acudió al hospital Sardjito, donde visitó durante una hora a los heridos ingresados.

Antes, el mandatario había ordenado a las Fuerzas Armadas que ayudaran en las tareas de evacuación de afectados y que se distribuyera ayuda de urgencia para los damnificados, así como que se habilitaran centros de acogida.

Tras producirse el seísmo, aún de madrugada mientras la gente dormía, cientos de personas huyeron de sus casas en las localidades costeras de esta zona del sudeste de Java, hacia terrenos más altos, por miedo a que se repitiera una ola gigante como la que se produjo en 2004.

Sin comunicaciones

El terremoto obligó a cerrar el aeropuerto de Yogyakarta, debido a que las instalaciones sufrieron grandes daños, y a desviar los vuelos a Solo, y también la estación de ferrocarril estuvo cerrada durante casi todo el día, aunque el tráfico se restableció anoche. En Yogyakarta, la población se lanzó a las tiendas que estaban abiertas para acaparar productos, ante el temor de nuevas sacudidas, y en muchas zonas se cortó la electricidad. En el distrito de Sleman la falta de electricidad era total.

Numerosas personas decidieron pasar la noche en las calles por temor a réplicas, especialmente después de que se extendieran rumores de que horas después iba a producirse un terremoto aún más fuerte. Aunque destacados sismólogos manifestaron que el terremoto no tuvo relación con la actividad que muestra en las últimas semanas el volcán Merapi, tampoco descartaron que el temblor pueda producir una erupción. Los famosos y antiguos templos hindúes de Prambanan sufrieron grandes daños.

La zona afectada es un territorio propicio para el turismo internacional, incluido los viajeros españoles más aventureros. Según el embajador Dámaso Delario, el «sur ha quedado destruido» y, salvo el caso de un español que ha perdido su casa pero que se encuentra bien, no tiene constancia de víctimas de conciudadanos entre turistas o residentes en la zona.