OPINIÓN

Andalucía te rompe

En esta ciudad estamos acostumbrados a las promesas y más acostumbrados a que nadie se acuerde de nosotros más que para ser el bonito escenario de una bonita ficción

Yolanda Vallejo

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Lo decía el pasado martes el consejero de Turismo, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía en la presentación del vídeo de la campaña promocional que usted ha visto –como yo- una y otra vez porque, para qué vamos a negarlo, la puesta en escena y la narrativa –que dicen ahora- «te atrapa»; y lo decía Arturo Bernal convencido de que la marca Andalucía es un valor de mercado que cuenta con un aliado excepcional, el sentimiento identitario de los andaluces y las andaluzas con su tierra, con su paisaje, con su historia, con sus tradiciones y con su folclore. Un amor platónico e irracional que el consejero situaba en tres continentes, pero que está indisolublemente unido a la cadena genética de todos y cada uno de los andaluces, alimentado con desayunos de mollete y aceite de oliva –sí, aceite de oliva- y acunado con los sones y los colores de la bandera blanca y verde que volvió tras siglos de guerra, y que sigue reivindicando que queremos volver a ser lo que fuimos. Usted lo sabe, yo lo sé, pero no lo saben los millones de turistas que nos visitan cada año y para los que la Junta de Andalucía no ha escatimado recursos. El vídeo es una maravilla, nos pongamos como nos pongamos, y eso que lo que cuenta no es tan poco convencional como cree el Consejero, porque recurre a lo de siempre: el flamenco, la Semana Santa y el entorno, tópicos que aparecen, sin embargo, pasados por la trituradora de los nuevos lenguajes audiovisuales, pensando en una generación Z que no tiene paciencia –el vídeo dura un minuto-, ni gasta su tiempo en algo que no le atrape en el primer segundo, ni tiene los mismos referentes que usted y que yo.

Porque sí, usted y yo hemos reconocido los sones de «Eternidad», y tal vez lo haya reconocido la gente de Despeñaperros para abajo, pero hemos sido los únicos. Los ritmos épicos de la marcha de cornetas y tambores suenan a nuevo en los movimientos de Tyron Lannister, y la Virgen dolorosa que se confunde con una dama íbera ya no se mece en la madrugá sevillana, sino que cobra otra vida, escondida entre las calles blancas de Vejer. Y el caballo grande de los versos de Lorca se mueve de otra forma, como los volantes de Lola, de la misma forma que la nieve blanca es más blanca si se escala hasta el cielo de una «Andalucía de Tronos», empoderada y destinada a cambiar los destinos de su futuro.

Usted sabe que a mí, -que me gustaría vivir en los catálogos de Ikea y los folletos promocionales de las inmobiliarias- me encantaría vivir en el vídeo de la Junta de Andalucía para subirme al techo del balneario de la Palma y bailar en el castillo de Santa Catalina y para codearme con esa gente tan civilizada y educada a las que el enano –podría llamarlo de otro modo, pero no me asustan las palabras- de Juego de Tronos les advierte que, si vienen a nuestra tierra de vacaciones, se les quedará dentro para siempre porque «Andalucía te rompe».

A mí también me rompe Andalucía. Y me rompe y me duele, porque no todos los andaluces somos iguales a los ojos de la Junta de Andalucía. Solo hay que ver cómo nos trata a los gaditanos y cómo nos van a tratar los presupuesto que esta semana presentaba el consejero de Presidencia –gaditano para más inri- y que nos dejan, otra vez, en los márgenes de la Andalucía del vídeo, sin hospital, sin Ciudad de la Justicia y sin Valcárcel. Otra vez a la Lechera se le cayó el cántaro en nuestras propias narices. Porque, claro, cada uno cuenta la feria como le va, y para el consejero, los presupuestos de 2024 doblan a los de 2019, pero si uno echa las cuentas resulta que el presupuesto destinado a la provincia de Cádiz se reduce en ciento cincuenta y ocho millones de euros con respecto a los presupuestos de 2023 que nos dejaron quinientos setenta y dos millones. Es que en 2019 fueron 212 millones y ahora son 414, dice el Consejero; es que lo del año pasado era por el Trambahía, es que no hay fondos ITI y Europa no suelta un duro, es que en este país llevamos un montón de tiempo con un gobierno en funciones y así no hay quien se aclare, es que, es que… Es que esta historia nos la conocemos ya, porque viene de muy antiguo.

Lo de Valcárcel se veía venir. Todo el mundo –Ayuntamiento, Universidad, Junta de Andalucía- tenía los millones en un cajón dispuestos para ponerlos encima de la mesa, pero todos sabían que iban de farol. Después de cuatro años en los que, el todavía Rector de la Universidad, no ha conseguido desbloquear el proyecto de traer la Facultad de Educación a Cádiz, los nuevos candidatos, María Mosquera y Casimiro Mantell ya han expresado sus dudas sobre el proyecto y, lo que es peor, su desconocimiento sobre lo que las administraciones tienen acordado para el futuro equipamiento. Bueno, solo tenían que preguntarle al secretario general del PSOE en Cádiz que tiene clarísimo que «Valcárcel es una obra que debería estar ya funcionando» y que la culpa entera es de la Junta de Andalucía, tampoco es tan complicado. Mucho más cuando en esta ciudad estamos acostumbrados a las promesas y más acostumbrados a que nadie se acuerde de nosotros más que para ser el bonito escenario de una bonita ficción.

Por eso me gusta tanto el vídeo de la Junta de Andalucía, porque es tan de mentira que hasta parece cierto.

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