¿Quién recuerda las barbacoas?

Seis años después de su cancelación, aquella orgía de suciedad se ve como un sinsentido propio de otra época

La Voz de Cádiz

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Han pasado seis años de las últimas. Los suficientes para que sean un recuerdo. Una de esas escenas que desaparecieron y nadie echa de menos porque bien enterradas están. Tuvieron su sentido, su momento, pero ahora son inasumibles. Como fumar en el cine y en el avión, mientras se pasa consulta médica o silbar a las mujeres por la calle... Fotos de otros tiempos en los que muchas cosas parecían mejores pero –que la melancolía no engañe– se cometían muchas barbaridades contrarias a la sensatez, al respeto, la naturaleza, la salud y la convivencia. Las barbacoas del Trofeo Carranza ya son historia enterrada y olvidada.

El Ayuntamiento dudó a la hora de cortar por lo sano con una supuesta tradición de apenas medio siglo. En realidad, un entretenimiento familiar durante unos celebérrimos partidos de fútbol que hoy apenas son un amistoso perdido en la indiferencia que provoca la sobreoferta de ocio, en general, y fútbol, en particular. Aquel cancelado desmadre llegó a provocar que el Ayuntamiento animara a la población a acudir a las orillas para batir el récord Guiness de barbacoas al aire libre. Pudo más la pasión de algunos políticos que la prudencia. No se calibraron los efectos nocivos que tenía para la arena y el agua del mar la presencia de una multitud de personas cocinando con carbón, bebiendo en plástico o haciendo sus necesidades en la orilla. El fin de la fiesta, recuerden, era un gigantesco botellón autorizado hasta bien entrada la madrugada. Fue el propio Ayuntamiento del PP el que tuvo que acotar el desmadre y empezar a rebajar la intensidad. Los análisis que hizo la Demarcación de Costas en 2011 fueron un momento clave para acabar con una fiesta en la playa que, a todas luces, se había ido de las manos.

La llegada al poder en junio de 2015 de Podemos en Cádiz sorprendió con el mantenimiento de la fiesta. Su concejal de Medio Ambiente, Manuel González Bauza, fue el que dijo que era una fiesta muy de Cádiz y no había necesidad de suprimirla ¿Quién recuerda siete años después concejal ni fiesta? Finalmente, bandazos de por medio, la defunción de las barbacoas llegó en 2017. Solo había que buscar la fórmula para, en su lugar, entretener a los gaditanos y, al mismo tiempo, atraer al público de fuera. No se ha conseguido. El hueco que dejó una contaminante y bochornosa tradición no ha sido cubierto por un programa alternativo, respetuoso y atractivo para los visitantes.

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