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El turismo rural ya cuaja

Las previsiones para el puente de Todos los Santos confirman el gran atractivo de la provincia más allá de verano, mar y playas

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El impacto directo que tiene el turismo y sus empresas auxiliares en la economía provincial no es ningún descubrimiento. La última prueba llegó esta misma semana con los datos de la Encuesta de Población Activa del trimestre coincidente con el verano. Sus números son los mejores del año porque el turismo es la mayor fuerza productiva que queda en esta tierra, duela o no.

Ningún otro apartado industrial o productivo, de servicios o suministros mueve más dinero, más salarios y más empleo en una zona con graves problemas de paro estructural. Los ciudadanos hace tiempo que viven en esa certeza, que tiene ya tiempo y trayectoria. Tanta, que los gaditanos conocemos la cara y la cruz de vivir pendientes del turismo.

El mayor de sus inconvenientes es la temporalidad, que se transforma también en precariedad laboral. Esa característica ha marcado hace año las estadísticas de empleo y, por extensión, los ingresos en miles de familias. Las instituciones y las empresas, los expertos y los profesionales, llevan años hablando de la necesidad de «romper la estacionalidad».

Esa expresión, traducida, significa que la provincia y su sector turístico necesitan que vengan todo el año, que no se concentren sólo en los dos meses principales del verano, quizás en alguna semana festiva de primavera o invierno.

Para que los contratos sean más, para que la riqueza a repartir sea estable, es preciso que los niveles de estancias y visitas mantengan cierta regularidad, al menos durante ocho de los doce meses. Después de mucho desearlo, por primera vez en este otoño hay serios indicios de que empieza a suceder.

El turismo rural es una realidad cada vez más estable. Los números de este puente de Todos los Santos lo confirman. Es cierto que ha coincidido el festivo en un oportuno martes pero también es cierto que crece ese turismo provincial, regional o nacional atraido por pequeños detalles, por grandiosos paisajes, por el deporte al aire libre o por el patrimonio urbanístico de Arcos, Setenil, Villaluenga o Grazalema, con el añadido de su creciente gastronomía.

Si se combinan todos los atractivos que tiene la provincia lejos del verano y de la playa, tierra adentro, resulta un panorama muy atractivo que empieza a ser rentable.

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