Las tres muertes de Lola

Todo libro es un arma cargada de emociones, la foto de Lola González, Enrique Ruano y Javier Sauquillo es algo mas que un puñal metafórico

Imágenes que despiertan olvidos agazapados en un rincón profundo y misericordioso de la memoria, imágenes como puñales que sangran heridas de hace ya medio siglo. Todo libro es un arma cargada de emociones, la foto de Lola González, Enrique Ruano y Javier Sauquillo ... es algo mas que un puñal metafórico, tres jóvenes alegres y confiados a mediados de los años sesenta cuya sangre fue tiñendo recuerdos de toda una generación, la de quienes vivimos nuestra juventud en el desconcierto de un país anacrónico. Esa imagen de portada del libro “A finales de enero”, de Javier Padilla, Tusquets Editores 2019, me lo regaló hace poco un gran amigo porque había leído un párrafo en el cual se me citaba de forma casual: “En la promoción de Enrique Ruano (en el madrileño colegio de El Pilar) había muchos estudiantes de origen vasco. Entre ellos el preadolescente recién llegado a Madrid Fernando Savater destacaba por su fuerte acento. Enrique era compañero de curso del futuro filósofo, así como del catedrático de psicología evolutiva Álvaro Marchesi y del arquitecto gaditano Julio Malo de Molina".

Es la imagen de un día soleado de marzo en el Madrid de 1968: Lola, Enrique y Javier caminan hacia la Ciudad Universitaria para asistir a la conferencia del liberal francés Jean-Jacques Servan-Schreiber, allí coinciden con otros jóvenes progres estudiantes y con Paquita, hermana mayor de Javier, que había sido junto a Manuela Carmena y Cristina Almeida un referente en la universidad de principios de los sesenta.

Javier Padilla (Málaga, 1992) obtiene con este libro el XXXI Premio Comillas de Historia, Biografía y Memorias, según fallo de un jurado presidido por José Álvarez Junco en el que también participa el periodista Miguel Ángel Aguilar. El joven escritor aclara en el prólogo que su padre era un joven revolucionario de los sesenta, como podrían haberlo sido Lola, Enrique y Javier. Y añade: “En esta época es difícil no sentir fascinación y cierta envidia por los jóvenes que asistieron al concierto de Raimon en 1968 o al entierro de los abogados de Atocha. Sin embargo, ¿cambiaria alguien su año Erasmus por escuchar a Raimon, o la actual libertad sexual por enamorarse en mayo del 68?” En el instante de la foto, Lola era novia de Enrique que murió en manos de la policía política en enero de 1969, luego fue esposa de Javier, asesinado en enero de 1977 durante el asalto de un comando ultra al despacho de abogados laboralistas donde ambos trabajaban, ella también sufrió graves heridas como consecuencia de las cuales fallece en enero de 2015. Lola perdió su vida tres veces a finales de enero y este libro cuenta cada una de sus vidas.

En la madrugada del 18 de enero de 1969, agentes de la brigada político social detuvieron a Enrique Ruano en el confortable domicilio de su familia del barrio de Salamanca, junto al parque del Retiro. Dos días después fue arrojado al vacío desde una ventana. El propio Manuel Fraga llamó al padre de Enrique para comunicarle su fallecimiento y a continuación se encargó de hablar personalmente con los medios para darles instrucciones de difundir la noticia como un suicidio. La familia consiguió reabrir el caso en la Audiencia Nacional, la sentencia de 1996 reconoció las torturas a Ruano pero el delito había prescrito; la exhumación del cadáver mostró indicios de un disparo de bala. Poco antes de morir Lola confesaba: ”Yo no me siento una heroína, soy una victima.”

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