Fernando Sicre Gilabert - Opinión

Nación liberal: una maldad

A finales de los 70 del siglo pasado se advirtió del problema, que coincide en el tiempo con el auge de la internacionalización de la economía y la globalización.

Fernando Sicre Gilabert
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La socialdemocracia entró en crisis cuando se advirtió que su invento, el Estado del Bienestar, era inviable. A finales de los 70 del siglo pasado se advirtió del problema, que coincide en el tiempo con el auge de la internacionalización de la economía y la globalización. La dogmática socialdemócrata originaria no tiene cabida en la actualidad, al menos en la forma en la que fue concebida después de la Segunda Guerra Mundial. Los socialistas europeos occidentales murieron de éxito y no supieron o no quisieron adaptarse a los nuevos tiempos. Solo hay que ver ese 6% de votos socialistas franceses. Macron participó en un gobierno socialista, pero era tachado de derechas, porque los principios liberales siempre rondaron su cabeza. Se ha aferrado al centro y ha ganado.

Macron es un intelectual, con conocimientos y que sabe lo que es trabajar en el ámbito civil. Nada que ver con la tríada sometida ayer a las primarias socialistas: intelectualmente cortitos, con escasos conocimientos y sin ninguna relación anterior profesional o laboral en el ámbito civil. Difícilmente ninguno de ellos servirá de guía a mi país. Sólo dos anécdotas vividas en el transcurso del proceso electoral. En primer lugar el concepto de nación y en segundo lugar la tacha de liberal.

La nación es el sujeto político en el que reside la soberanía constituyente de un Estado. El Sr Sánchez incurrió en un error confundiendo los términos nación, con los de país o pueblo. La Nación debe ser considerada como el sustrato político del Estado, como conjunto de personas con el mismo pasado y proyecto de futuro, historia e intereses comunes. El Estado es la nación (gentes), política (gobierno) y jurídicamente (leyes) organizada en un determinado territorio. Los EE.UU fundamentan la nación en el sentimiento de lealtad común a los principios democráticos liberales expresados en la Declaración de Independencia y la Constitución EE.UU. Los franceses la fundan en la aceptación de los principios que se derivan y se vinculan a la Revolución francesa, sintetizados en los de libertad, legalidad, igual y fraternidad. Los españoles debemos retrotraernos a Cadiz en 1812, en la Iglesia de san Felipe Neri cuando exclamó Argüelles: «Españoles, aquí tenéis vuestra patria». Una patria que daba cobijo a un principio esencial del constitucionalismo, que se estrenaba con esa Constitución de 1812 y que creaba el Estado de Derecho: «La soberanía nacional», que reside en la nación española integrada por la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios. Seamos claro, el que aspira al poder por el poder y solo por disfrutar del poder, al que lo ansía con todas sus fuerzas, llamado Sánchez, solo pretendía congraciarse con los nacionalistas y con Podemos, porque está pensando en clave electoral, porque hará lo que sea por saltarse a la torera todos los principios y valores que informan la Constitución, en concreto su artículo 2 (La soberanía nacional reside en el pueblo español…).

La de Triana, la que llevaron el otro día bajo palio desde San Telmo a la ribera del Guadalquivir, fue tachada de liberal por los otros dos contrincantes, supongo que puros socialistas de la era de la Revolución de Octubre, porque propuso un plan de créditos de 24.000 € sin intereses para el desarrollo de una actividad académica o emprendedora. La medida ni es liberal y además es un error en los términos propuestos. Excluye al sector privado de un área que ya lo cubre. Además, la medida va a provocar incentivos fiscales inconvenientes de orden económico. Y para rematar, la medida supondrá el incremento del gasto y por ende de la Deuda. Amén de la creación de sistemas de control de la medida, cuando la Junta de Andalucía ha manifestado su incapacidad para la gestión de fondos para la formación.

La base de legitimación de la democracia liberal consiste en que cada ciudadano sabe mejor que nadie qué es lo mejor para él. De esta idea de las preferencias políticas surge la configuración del proceso democrático, que consiste en la suma de las preferencias en el marco de las democracias constitucionales representativas. El paternalismo y las pretensiones de alienar a la ciudadanía, esgrimida con harta frecuencia por la trianera me asustan. Ella sueña en arreglarnos nuestras vidas. Yo sueño con que los tres estudien más y sepan cómo aplicar políticas eficientes que nos permitan vivir mejor, decidiendo cada cual mediante preferencias individuales.

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