El Apunte - Opinión

El misterio de los chiringuitos

Sorprende que un conflicto que afecta a unos pocos locales y algunos empleos se convierta en trifulca política

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Hace ahora unos dos años que unos doce propietarios de chiringuitos de playa dieron, con desigual suerte, el paso de seguir abiertos durante el invierno para reforzar la oferta hostelera de la ciudad, ampliar sus propios negocios y ensanchar el protagonismo casi exclusivo de la playa en el ocio gaditano. Parecía una decisión arriesgada pero, en el fondo, se trataba de una medida deseada. La provincia lleva años reclamando actuaciones concretas para desestacionalizar el turismo y evitar que la presencia de visitantes se concentre exclusivamente entre junio y septiembre. Era un pequeño paso en esa dirección.

Hasta ahí, todos de acuerdo. Pero a la vuelta de esos dos años, estos establecimientos parecen haberse convertido en una fuente de conflicto frecuente.

Resulta llamativo que unos establecimientos pequeños en superficie y capacidad de contratación, que apenas tienen unas decenas de trabajadores y precisaron una inversión considerable pero limitada se conviertan en una especie de tema central para el debate político en una ciudad con una larguísima, dolorosa, serie de conflictos sociales y proyectos pendientes.

Los chiringuitos son un servicio más de hostelería del que nos beneficiamos todos, que forman parte del gran conjunto que debe ser el turismo pero por sí mismo no parecen justificar una trifulca que implica al Ayuntamiento, a la Junta, con abogados de por medio, amenazas de recursos, plantes y ruedas de prensa cruzadas. De tan sorprendente evolución cabe deducir algunas cuestiones más allá de los intereses comerciales.

En primer lugar, el gobierno municipal de Cádiz parece experto en complicar gestiones administrativas hasta convertirlas en embrollos que, antes de su intervención, no existían. Queda claro también que, al tener todas las partes algo de razón, las condiciones iniciales del acuerdo no estaban bien planteadas. Tampoco hay que desmerecer que, tras la crisis del PSOE, los responsables autonómicos están por la labor de meter el dedo en cada pequeña llaga de Podemos, por diminuta y playera que sea.

Si se unen todos estos factores en un recipiente y se agita sale un conflicto que afecta a muy pocos y que parece algo inflado, irritado por el sol.

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