Felicidad Rodríguez - OPINIÓN

José Patiño

La actividad gaditana de José Patiño fue más allá, trayéndose desde Sevilla la Casa de la Contratación

Felicidad Rodríguez
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Elcano vuelve a casa por Navidad tras su LXXXVIII crucero de instrucción. Un momento de reencuentro familiar para la dotación de nuestro Buque insignia tras una travesía de la que, desgraciadamente, no vuelve uno de sus integrantes, el marinero granadino al que todos tendrán en sus recuerdos en estas fechas tan entrañables.

Los guardiamarinas regresan a Cádiz y lo hacen en vísperas de la conmemoración del 300 aniversario de la creación de su Real Compañía en la misma ciudad que ahora les da la bienvenida a casa. Porque, aún cuando los jóvenes marinos deberán volver a sus estudios en Galicia, fue en Cádiz donde, en 1717, se creó, de la mano de José Patiño, la primera Compañía de Guardias Marinas.

El año que comienza está lleno de conmemoraciones importantes para Cádiz y las más señaladas, el traslado de la Casa de la Contratación y la creación del primer antecedente de la Escuela Naval Militar de nuestro país, están unidas entre sí por la figura del que fuera Intendente General de la Marina Real Española, Presidente del Tribunal de la Contratación para el fomento del comercio con las Indias y, en definitiva, uno de los ministros, aún cuando no ostentara ese título, más relevantes que ha tenido la historia de España durante los últimos tres siglos.

Y especialmente importante para Cádiz.

José Patiño, que también fue impulsor del Real Colegio de Cirugía, germen de la Facultad de Medicina e institución que unió, por primera vez en toda Europa, la medicina y la cirugía, dio cuerpo a esa Real Compañía de Caballeros Guardias Marinas estableciendo su sede en el Castillo de la Villa, hoy desaparecido, en el Pópulo. Su objetivo, el dar una formación, de alto nivel, tanto científica como práctica, a los futuros oficiales; el mismo objetivo que, en el caso del Real Colegio de Cirugía, se pretendía para los sanitarios de la Armada. Objetivos que se consiguieron con creces, surgiendo de ambas instituciones algunas de las figuras más importantes, a nivel mundial, del momento.

Sería en ese viejo castillo gaditano donde, poco después, Jorge Juan, aquel marino español que midió la longitud del meridiano terrestre, demostrando el achatamiento de los polos de la Tierra, creara uno de los más prestigiosos centros de observación astronómica de su tiempo, predecesor del actual Real Observatorio de San Fernando.

Pero la actividad gaditana de José Patiño fue más allá, trayéndose desde Sevilla la Casa de la Contratación, aportando lógica al comercio con América, y terminando con la rocambolesca dualidad, práctica y administrativa, que se arrastraba prácticamente desde el Descubrimiento.

El que Colón eligiese Sevilla para organizar sus expediciones parece que fue determinante para que las principales unidades administrativas se ubicasen en la capital hispalense. Incluso, a pesar de las quejas por el peligro de la barra de Sanlúcar, aunque en aquella época aún no se hablaba todavía del dragado del Guadalquivir, se llegó a ordenar la supresión del Juzgado de Indias de Cádiz y el traslado de la Aduana a Sevilla. Por fin, en 1717, José Patiño consiguió traer a Cádiz los Tribunales y la Casa de Contratación. Sin embargo, y a riesgo de equivocarme, creo que no hay plaza o calle en Cádiz que rinda homenaje a su memoria.

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