Adolfo Vigo

Gracias, Miguel Ángel

Hoy hace 20 años del brutal asesinato del concejal de la localidad vizcaína de Ermua

Adolfo Vigo
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Hoy hace 20 años del brutal asesinato de Miguel Ángel Blanco Garrido. Mientras escribo esta columna en la televisión echan un documental sobre su muerte. 20 años y aún los vellos se me ponen de punta viendo la reacción de todo un pueblo. 20 años de aquel día en el que los cobardes asesinos de la banda terrorista ETA le descerrajaron dos tiros traicioneros en la nuca a este concejal, cuyo único pecado fue defender la libertad y la democracia en un pueblo y en una época en la que los terroristas querían imponer su ley del silencio, a costa de salpicar de sangre inocente cada rincón de España.

Efectivamente, como bien nos recuerda algún dirigente de estos partidos que pretenden abanderar la izquierda española, no existen asesinados de primera o de segunda.

Y, por supuesto, Miguel Ángel Blanco nunca será ninguna víctima de segunda por el simple hecho de haber sido concejal del Partido Popular.

Que no se les olvide a esos políticos que Miguel Ángel fue el revulsivo de este país para plantar cara a los asesinos. Con él, el espíritu de Ermua inundó toda España y a todos los españoles de bien, y nos insufló la suficiente valentía y fuerza para decir «basta ya» al miedo a ETA.

Que no olviden que si alguien es un hombre de paz, ese es Miguel Ángel Blanco, y tantos asesinados por ETA, y no esos que apretaban el gatillo, que ideaban atentados o que enarbolaban la bandera de la lucha armada contra España, por más que se quiera blanquear la imagen de esos asesinos trayéndolos a dar conferencia sobre Derechos Humanos. Derechos que nunca respetaron y que, en todos los casos, eliminaron con un disparo en la nuca o con una bomba lapa en algún coche.

Hace 20 años no sé donde se encontraría algunos de los que hoy nos gobiernan, lo que sí sé, porque yo estuve allí, es que todo Cádiz se echó a la calle mostrando sus manos blancas y sus nucas desnudas a esos terroristas, sin importarles de donde fuera el concejal asesinado o en qué partido militara, unidos únicamente por el dolor de una muerte injustificada.

Es curioso que estos políticos de nuevo cuño tengan tolerancia para poner pancartas en los balcones de sus ayuntamientos relativas a la llegada de refugiados, a la fiesta del orgullo gay, e incluso, algunos para poner la bandera republicana, pero sin embargo les entre sarpullido si se pide poner una como recordatorio de este concejal, o si se pide que se rotule una calle con el nombre de Miguel Ángel Blanco.

No deja de ser paradójico que algunos de esos se desmarquen del resto de los partidos demócratas indicando que no quieren hacer homenajes individuales a las víctimas, mientras en el Congreso y en sus mítines partidistas enarbolan pancartas defendiendo a delincuentes condenados por la Justicia, como es el caso de Andrés Bodalo entre otros.

Gracias, Miguel Ángel, gracias porque puedes estar seguro que tu muerte no fue en balde. Tu asesinato hizo unirse a toda una nación contra los asesinos de ETA.

Tu espíritu siempre nos guiará e iluminará a los demócratas de verdad, por mucho que los pseudointelectuales de la izquierda, iluminados por Maduro y Chávez, pretendan borrarte de la memoria española, y volver a abrir la división entre los españoles de paz y los asesinos.

20 años después solo puedo decir que para esos asesinos ni olvido, ni perdón.

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