La Voz - El Apunte

El eterno desplante de Susana Díaz

Antes por Teófila, ahora por Kichi, siempre hay un motivo para que la Junta margine a Cádiz

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El desapego de la presidenta de la Junta de Andalucía con la ciudad de Cádiz está lejos de ser una percepción, un complejo de manía persecutoria. Si alguien se tomara la molestia de contar las visitas y su duración, comprobaría que es la capital de provincia en la que menos veces ha estado la máxima representante de la administración andaluza. Ese hecho, en sí mismo, dice bien poco. Podría hacer una gran labor de gestión sin necesidad de aparecer por un lugar cada poco tiempo. El problema es que hay una intención escondida en el gesto, hay un abandono administrativo que encaja perfectamente con ese desdén.

Siempre tiene una justificación la trianera. Durante años, como consejera, ella y sus predecesores llevaron mal que la ciudad de Cádiz entregara una vez tras otra una mayoría absoluta al Partido Popular en las elecciones municipales.

Olvidaban los jefes de los socialistas andaluces que fue el propio PSOE el que se hizo el hara-kiri en el Ayuntamiento de San Juan de Dios en 1995 y durante los últimos años de mandato de Carlos Díaz.

Pero de eso hace mucho tiempo y el desprecio se ha convertido en un hábito. Basta con repasar la lista infinita de proyectos abandonados por la Junta en Cádiz para entender que la actitud de la presidenta dista de ser una casualidad: Residencia Tiempo Libre, Ciudad de la Justicia, nuevo hospital, red de carril-bici, albergue juvenil, mantenimiento de la Aduana Nueva, estación de autobuses, tranvía Cádiz-Puerto Real... El catálogo de promesas fallidas, directamente abandonadas y sin ninguna explicación es absolutamente escandaloso.

Antes, por Teófila, ahora, contra Podemos y su representante máximo en las instituciones andaluzas, el único alcalde de capital de provincia, José María González ‘Kichi’. Siempre hay en la ciudad de Cádiz un rival político al que conviene no alimentar con proyectos conjuntos, siempre estamos en campañas. El drama es que con esas actitudes se castiga –se discrimina respecto a otros territorios– a todos los vecinos de la ciudad, a todos los ciudadanos, incluyendo a los votantes y simpatizantes del PSOE y de su todopoderosa líder.

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