El Apunte - OPINIÓN

La estación de autobuses como señal

La entrada en uso del recinto debe servir para iniciar la urgente reforma de la carretera industrial

Pasan los años y no pasa nada. La renovación de los accesos a la capital gaditana, especialmente en fechas de afluencia turística, son manifiestamente insuficientes. La creación de una nueva conexión entre el istmo y la península, el segundo puente, no estuvo acompañada de la revisión de las conexiones internas. El resultado es un pequeño e intermitente caos alrededor de la carretera industrial , donde los atascos empiezan a convertirse en un clásico durante demasiadas horas de demasiados días del año.

Sucede en las escasas horas punta de la capital gaditana en las jornadas laborables y en los momentos más complicados del verano, de alguna fiesta masiva como el Carnaval, Semana Santa o Navidad. Pero el riesgo de que se extienda existe y la mala imagen que se da al visitante, también. Cádiz es una ciudad en la que cuesta entrar mucho más ahora, con dos puentes , que cuando tenía sólo uno, hace dos años escasos. Aunque parezca un sinsentido, el viaducto de la Constitución de 1812, en vez de tapar carencias las ha mostrado.

La más importante es la de la carretera industrial o avenida de Astilleros. Es decir, la conexión del nuevo puente con el casco antiguo. Su reforma está pendiente desde hace demasiado tiempo y cuando llegan fechas se hace evidente. Ni el gobierno municipal anterior, con casi diez años de margen, ni el nuevo, con más de medio mandato, ni la Junta de Andalucía con la absurda defensa del Palacio de la Aduana ni la administración central con la reforma de la plaza de Sevilla han sabido hacer su parte. La conclusión es que pasan los años y cada vez que Cádiz puede acoger a una multitud se convierte en un tapón, le salen embudos por toda partes.

La configuración geográfica es complicada, cierto, pero el trabajo pendiente es demasiado. El anuncio ayer del último paso para la puesta en marcha de la estación de autobuses debe ser el definitivo –por más que retrasado– banderazo de salida para el inicio de las soluciones. Ese recinto debe servir para iniciar, ya, la adaptación de la carretera industrial y, con ella, la plaza de Sevilla, además de la prolongación de la avenida de Huelva. Es inexcusable, innegociable, urgente.

Los vecinos, los visitantes, los eventos y los comerciantes no son los culpables, son víctimas como los ciudadanos que se ven atrapados en autobuses y automóviles por una ciudad incómoda.

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