OPINIÓN

Empezar a protestar

El Pleno del Ayuntamiento se acostumbró, alentado por Podemos, a las trifulcas y los numeritos

La Voz de Cádiz

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Durante, al menos, los dos últimos años de mandato de Teófila Martínez (de mediados de 2013 a marzo de 2015) fue un método político programado y organizado. La oposición nacida alrededor de los partidos pequeños y fragmentados de la izquierda radical, animados por el éxito del 15M, decidieron inflamar los plenos de Cádiz. Vecinos supuestamente abandonados en la miseria por una cruel administración irrumpían en las sesiones plenarias para, inmediatamente, iniciar una gira por medios de comunicación para repetir sus quejas y describir sus frigoríficos vacíos. El plan funcionó en parte. Incrementó el ya notable desgaste de los populares y reforzó la sensación de vuelco político en la ciudad. Fue de las batallas de Podemos y sus grupos cercanos durante el pasado mandato. Varios de sus militantes y dirigentes, incluso algún concejal actual, participaron en esas protestas, usaron turnos de preguntas y clamaron contra la presunta dificultad de los ciudadanos para poder manifestarse en el máximo órgano de decisión municipal, en el parlamento local. El discurso, machacón, era que el PP no dejaba hablar a los vecinos, que les marginaba en sesiones interminables. Poco menos –insinuaban los críticos–, la fórmula estaba pensada para aburrir a los que quisieran intervenir, para espantarles y cerrarles la boca.

Podemos consiguió expandir la idea de que los plenos estaban hechos contra la ciudadanía, a sus espaldas, para callar a cualquiera que quisiera protestar. De esa forma, las protestas crecieron, claro. Como predicar es, desde siempre, mucho más sencillo que dar trigo, resulta que cuando Podemos tiene la Alcaldía, con Ganar Cádiz en su apoyo y la complicidad del PSOE, las sesiones se vuelven más tensas y problemáticas que nunca. Los ciudadanos no pueden atender a los debates –a no ser que tengan una paciencia bíblica– y se repiten los bochornosos casos de interrupciones, con desmayos, crisis nerviosas e intervenciones policiales incluidos. Ha sucedido varias veces y, en concreto, durante las dos últimas sesiones plenarias. La de ayer y la anterior.

Es lo que toca, ahora como entonces, los que sembraron y los que recogen: ruido y disputas, desplantes y vaciles, manifestantes convocados, vecinos desesperados tirados en el suelo, pancartas insultantes, policías que las quitan... Ahora es difícil parar.

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