EL APUNTE

El descenso constante de Cádiz

La pérdida de población de la capital no se puede achacar a una causa ni a una etapa

La Voz de Cádiz

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Durante la segunda mitad de los 20 años de mandato municipal de Teófila Martínez, uno de los lemas de las distintas fuerzas en la oposición, de los socialistas primero a los «activistas» al final, fue la pérdida de población de la capital gaditana. El descenso del número de residentes en la ciudad era constante, imparable, durante lustros. Sin parar.

Se traducía, políticamente, como una pérdida de pulso de la ciudad, que era incapaz de ofrecer atractivos sociales y vitales, empleo, vivienda, a sus ciudadanos más jóvenes, a las personas en edad de iniciar su trayectoria laboral. Mucho en ese reproche genérico era cierto pero la gran mentira consistía en achacarlo a un partido concreto, a una administración determinada, en un plazo exacto de tiempo. La ciudad de Cádiz envejece a pasos que son saltos . Sus jóvenes se van, es cierto, y tiene serios problemas (de los geográficos a los sociales, educativos y políticos) para ofrecer empleo y vivienda, para acoger empresas de cualquier tamaño. Esa situación es muy antigua, tiene más de 20 años, y afecta a toda la sociedad.

La prueba de que supera al Ayuntamiento es que con el cambio de Gobierno local, en 2015, no se ha modificado ni un milímetro . La pérdida de población sigue constante, estable, imparable. En el último año, casi 900 vecinos menos. Cádiz ya es la tercera ciudad de la provincia pero decrece cada año. Las dos primeras, Algeciras y Jerez, ganan habitantes cada ejercicio. Puede que no sea un drama pero supone un gran envejecimiento y una pérdida de usuarios, de contribuyentes, de clientes y consumidores, para numerosos servicios.

Conviene tenerlo en cuenta. A ese factor, conocido y preocupante, se añade que la provincia, contra la tendencia de los últimos años, también empeza a perder habitantes, aunque en este caso en cifras muy bajas. Más significativo es que entre en crecimiento negativo, es decir, que esa bajada se produzca porque muere más gente de la que nace. Eso es lo que sucedió en los primeros seis meses de 2017. En parte es porque se ha elevado el tiempo de vida medio de sus habitantes. Ha pasado de los 79 años a los 81. Pero también influye con gran fuerza que cada vez nacen menos niños. Las cifras de natalidad pueden calificarse como derrumbe . Casi 3.000 menos, de media anual, en 2017 respecto a 2007, en una sola década.

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