Carmen Moreno - OPINIÓN

Cultura y culturetas

2016 ha sido el año en que se creó una campaña de gaditanos ilustres y no se incluyeron a premios nacionales de Literatura como Benítez Reyes o Cervantes como Caballero Bonald

Carmen Moreno
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Dice la RAE en su segunda acepción que cultura es el «conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico». Retengan esta definición.

Todos sabíamos que después de 2012 Cádiz sufriría un cambio total, un cambio radical, un cambio que la encumbraría a las más altas cotas de popularidad civil y ciudadana. España, a nivel cultural, ya no se entendería sin Cádiz; el mundo entero miraría a ese trocito caído de Europa, cercano a África, perdido en la pérdida, buscando el referente cultureta y libertario. En 2012 se nos fueron las fuerzas, perdimos las ganas, nos dejamos la piel (tiene que ser eso). Y de aquellos barros estos lodos.

Pasó 2012, también el 13, el 14, el 15 y estamos cerrando el 16, un año bisiesto, que es lo mismo que decir nefasto en mi vocabulario.

2016 ha sido el año cultural por antonomasia en Cádiz… Tienen razón, estoy de broma. Este ha sido, como tantos atrás, un año más, culturalmente hablando. Con una oferta pública que sigue apostando por lo de siempre: Carnaval, flamenco, Semana Santa, siendo esta última una expresión no cultural (por mucho que se empeñen en disfrazarla), sino un acto cristiano que como tal debería entenderse. Y entramos en la misma diatriba de siempre. No crean que el Carnaval o el flamenco no son cultura, que no deberían tratarse como tal, que no deberían estar ayudados, fomentados y palmeados (como están hasta el infinito en nuestra provincia), lo que ocurre es que cuando encorsetas a una ciudad en dos expresiones que, además, son políticamente rentables, resulta pernicioso y pobre.

Cádiz fue en otro tiempo cuna de la cultura europea, de la Constitución y del aperturismo. Hoy, decir Cádiz es decir paro, pobreza e incultura. No es que los gaditanos sean incultos, es que la estructura sobre la que se fomenta nuestra sociedad nos ha hecho poco críticos. Y, ahí, miren ustedes, aplaudo a los carnavaleros por ser casi los únicos que alzan la voz, aunque sea una vez al año.

2016 ha sido el año en que se creó una campaña de gaditanos ilustres y no se incluyeron a premios nacionales de literatura como Felipe Benítez Reyes, a premios Cervantes como Caballero Bonald, a escritoras importantes como Pepa Parra, a escritores internacionales como Félix Palma o Jesús Cañadas. En fin, que la literatura gaditana se vio ilustrada por Elvira Lindo. ¿Sabían que Elvira Lindo nació en Cádiz? Pues sí, Manolito Gafotas pudo ser vecino de la calle Sopranis, pero no lo fue.

El que se va es el año en el que la feria del libro de Cádiz ha seguido decreciendo en interés, en presupuesto, en el que sigue sin acercarse a los ciudadanos. En el que los libreros se quejan de estar muy lejos, muy escorados, muy maltrechos. Pero, es un poco complicado querer que la gente compre libros (porque, fíjense, oh sorpresa, la feria del libro se monta para vender libros), si antes no hay una acción en la base, un intento de acercar a los chavales a la literatura, de hacerles entender que ciudadano incómodo es aquel que piensa, y de nosotros quieren hacer una masa uniforme y silente, de personas que obedezcan en silencio.

El año que se va es el año en que tres editoriales gaditanas pelean a nivel nacional por estar y ser, pero apenas le dan cancha. El año en que nuestra ciudad sigue sin tener (y es una de las pocas ya en España) un encuentro importante de literatura. El año en el que nuestra población se sigue marchando, nuestros negocios siguen muriendo y seguimos siendo los más pobres y los más olvidados.

Culturalmente, somos una de las provincias españolas más potentes, más indiscutibles, más sublimes, pero siempre fuera de nuestra tierra porque lo que te lleva a las urnas es lo que llega más inmediatamente al público. ¿Alguien piensa que Telecinco mantiene en antena programas como el Sálvame porque la gente lo demanda? ¿Es casual que el teatro tenga el mismo IVA que la industria automovilística mientras los teatros se cierran, y los coches reciben una y otra vez subvenciones?

Que los gaditanos quieren cultura lo dicen las ventas de entrada en el Falla, que somos folklore lo dicen el éxito del gran concurso del Falla, que desconocemos quiénes somos lo dicen los planes estratégicos para la cultura que, a ratos, promueve alguna institución pública (no se engañen, tampoco son tantos). En demasiadas ocasiones nos escudamos en aquello de «es que es lo que demanda la gente». ¿Cómo puede el ciudadano demandar lo que no conoce?

Tenemos a las Chirigóticas reventando teatros, tenemos a Sara Baras siendo referente, tenemos a José Mercé paseando el nombre de nuestra tierra por las teles, por las calles, tenemos escritores aún vivos que marcaron una página completa de la historia de la literatura en este país, escritores que sacan pecho por gaditanos y plumas grandes en editoriales realmente importantes, como Óscar Lobato. Y, sí, la literatura requiere mayor esfuerzo, pero es que la libertad es más complicada que la dependencia. Ser libre significa sufrir a veces, tener que decidir, no esperar que nadie te salve de ti mismo.

Cádiz es, por derecho propio, un baluarte importantísimo del pasado cultural de este país nuestro; pero es que debería seguir siendo presente y aspirar a ser futuro inmediato.

Traigan barcos a nuestro acervo cultural marino, dennos carnaval y flamenco porque esa es nuestra sangre, por supuesto, pero acuérdense un poquito al menos de que somos, ante todo, intelecto, cuerpos que poseen mentes que requiere seguir creciendo para seguir vivos.

Somos los que somos por obra y gracia de nuestros padres (todos ellos los biológicos, los políticos, los adoptivos…). Padres sin sexo masculino. Somos la desidia que arrastramos desde hace tantos años, somos la desilusión y la desesperanza que 2016 no ha mermado, sino acrecentado un poquito más si es que eso era posible. Somos la cultura que nos mira desde siempre, porque Cádiz es culta, salina y caletera. Vamos, que tampoco es necesario que Nueva York salga en la foto del folleto del único teatro que poseemos.

Acuérdense de que apostar por los libros, es apostar por las opiniones diversas, es ser un poquito más nosotros y un mucho menos ellos.

Todos sabemos que hay poco dinero, también a nosotros nos vaciaron los bolsillos, sin embargo, un reparto equitativo entre las expresiones culturales que pasean nuestras calles, tal vez, sea ser un poco más justos, y no tirar por tierra esta voz que Dios nos ha dado y Salvochea nos la guarde.

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