El Apunte

Sobre Cádiz el viento y sobre el viento, la vela

De todo lo que confluye esta semana en la capital se concluye que la ciudad debe seguir mirando al mar para rencontrarse consigo misma

Llegada del equipo español a la meta. Francis Jiménez

Cádiz es mar y el mar, en toda su extensión, lleva el aire de Cádiz. La capital está viviendo este fin de semana una auténtica fiesta naútica gracias no sólo a la presencia de los catamaranes voladores de la SailGP sino, sobre todo, por la ... sensación de que el océano nos ha traído un poco de normalidad, un atisbo de lo que puede ser la vida sin el miedo al coronavirus. Con la SailGP ha venido una ola muy distinta a las que nos han atemorizado durante año y medio. Ha sido una ola de alegría, de volver a las calles y de recordar lo bonito que es Cádiz cuando la ciudad se llena de actos, de esperanza y, sobre todo, de gaditanos (vengan de donde vengan).

Unos días antes de la SailGP, la procesión de la Patrona ya mostraba cuál podía ser el itinerario de lo que vendría. Si la Virgen del Rosario paró las aguas en el siglo XVIII (si la de La Palma lo hizo cerca del hospicio, la de los dominicos cumplió a la orilla de la estrenada Fábrica de Tabacos), en el XXI nos ha dado un baño de esperanza. Tras el túnel estaba la luz y con ella, nos vimos los rostros.

Pero por encima de lo circunstancial de la pandemia (por severo que haya sido) hay que quedarse con lo esencial. Cádiz debe seguir reivindicando su mar como fuente de riqueza. Puede que no queden caballas en La Caleta, pero siguen llegando cruceros a la terminal de pasajeros y la nueva terminal de contenedores debe impulsar el tráfico de mercancías para que Cádiz recupere una preponderancia logística que le corresponde por situación y, por qué no decirlo, por historia.

El mar no debe ser sólo fuente de inspiración para los poetas, que también. Debe ser un aliado para una ciudad que ha demostrado sobrada capacidad para acoger grandes eventos y que ofrece un casco urbano con todos los servicios a tan solo unos metros de la valla. Una valla que, como ya hemos reivindicado desde este espacio en más de una ocasión, debe seguir adelgazando para que el puerto, el mar, el viento y la vela se den la mano en este bergantín de lujo que es Cádiz.

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