OPINIÓN

Mi Cádiz en 2109

El repaso por los problemas que tendrá la ciudad en 90 años le recordará, sospechosamente, a los que sufrirá la Tacita en unos meses

Cuando aquella rubia abrió la puerta supe que me traería problemas. No era la primera vez que recibía un encargo así. «Tengo un encargo para usted. El precio, el de cada mes». Dejó un post it en mi mesa y se fue con el mismo aire misterioso con el que había entrado. Tres palabras y un número marcaban lo que debía ser mi última columna: ‘Mi Cádiz en 2109’.

¿Cómo será Cádiz en 2109? Visto el éxito que habían tenido los analistas a la hora de adivinar lo que iba a pasar en Andalucía, opté por la homeopatía del porvenir y recurrí a la sabiduría de una adivina, de cuya etnia ahora no me quiero acordar, para que me ayudara. Pasé a un gabinete con un fuerte olor a incienso, con un crucifijo en la pared y con un calendario de uno de esos bancos amigos del interés ajeno. «¿Quieres ver el Cádiz de 2109? Dos preguntas debes hacerte, ¿estás preparado para soportar los horrores del futuro? y ¿sabes que no acepto tarjeta?»

Me contó que el 1 de enero de 2109 hubo resacas pero no periódicos. En el del día 2 aparecían los horarios de las corridas de toros, cuya asistencia era obligatoria por ley después de que durante 15 años hubieran estado prohibidas. En Cádiz, la plaza estaba situada en la tribuna del estadio Teófila Martínez, dado que ningún hotel llegó a construirse. Contaban también los periódicos que la nueva coalición que gobernaba el Ayuntamiento había aprobado retirar la estatua de Moret y sustituirla por una de Kichi guiando el pueblo, con el voto en contra del antiguo Podemos por incumplir las leyes de paridad.

En el Carnaval, me siguió contando mientras alternaba música new age y marchas militares, las agrupaciones debían entregar sus letras antes de cantar al ‘gabinete antiofensa’. Las más satíricas tenían periodos de sanción de uno a cinco años sin salir y cuatro más sin poder aparcar (aunque como la mayoría venía de fuera era algo simbólico). La capital en los últimos años había recuperado población y ya superaba con orgullo los 60.000 habitantes. La Autoridad Portuaria y la ‘División territorial estatal sur’ estaban a punto, en ese 2 de enero, de desbloquear la integración del puerto en la ciudad y se esperaba el fin de la trigésima prórroga del peaje para que fuera gratis conducir hasta Algeciras y Jerez.

«Tengo suficiente, ¿qué le debo?» La mujer me dio la cuenta en la moneda futura, tres Riveras, pero con rapidez hizo la conversión para cobrarse en ese preciso momento. Regresé satisfecho con el trabajo realizado cuando mi jefe me llamó al despacho. «¿Cómo que 2109? ¡2019, como está haciendo todo el mundo!» Comprendí entonces que cuando se toma nota fantaseando con misteriosas mujeres de pelis de Bogart lo previsible es que los números no cuadren y que los pronósticos sobre el futuro acaben en la basura.

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