OPINIÓN

Aprecio a la provocación

La izquierda española siempre ha querido ser benevolente con Gibraltar pese a tantos desplantes

Cada día se nos presenta la ocasión de elegir entre una decena de ejemplos que muestran una realidad inequívoca: la izquierda española, con los socialistas a la cabeza, tienen un problema con su concepto de nación, de patria, de España . Los nuevos y ... emergentes dirigentes de Podemos lo padecen aún en mayor grado. Llega a patología, a complejo, a indigestión. No saben lo que son ni lo que quieren ser.

Los conflictos frívolos, inventados, con banderas o representantes militares son los símbolos de una relación que son incapaces de normalizar. Ayer, esa dificultad volvió a mostrarse de forma aún más grave. A escala local y provincial, esta dificultad tiene en la relación con Gibraltar una de sus mayores representaciones.

Hace algo menos de tres años, por buscar un precedente claro, el alcalde de Cádiz y diputado provincial, José María González Santos, junto a la presidenta de la Diputación, Irene García, abrieron las puertas de sus instituciones a uno de los mayores oponentes que pueda tener cualquier idea de España (la social, la económica, la histórica...). Recibieron y casi acogieron en sus brazos al ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo . Nada les importó por entonces a la socialista y al regidor gaditano que este dirigente de la colonia británica aliente y justifique los constantes desplantes a la soberanía española en la zona que rodea al Peñón.

El pasado domingo, sin ir más lejos, un buque de guerra español tuvo que ordenar a varios buques comerciales ante el Peñón que abandonaran aguas españolas, por lo que tuvo que soportar la provocación de una patrullera de la Marina Real Británica . Es el enésimo episodio desagradable dentro de las campañas de acoso contra pesqueros, los bloques de hormigón hundidos contra los que tratan de faenar, la tolerancia con el contrabando, las inciertas prácticas fiscales, la competencia desleal en muchos sectores comerciales, los conflictos con la Guardia Civil o los minúsculos desaires diplomáticos. Se trata de fastidiar la idea de España y si para eso es preciso abrazar la de Gibraltar, se abraza.

El episodio de anteayer es la realidad cotidiana y la buena vecindad que proclaman los progres españoles es una milonga. Además, causa irritación en miles de campogibraltareños que padecen los trucos de la colonia de forma constante. Los representantes del PSOE y Podemos podrían recordarlo con más frecuencia.

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