Antonio Papell

China no es el modelo

La gran pregunta es si se puede emular su eficiencia sin renunciar a las libertades y son incurrir tampoco en el populismo descarnado de Trump

Antonio Papell

Este final de etapa caracterizado por la gran pandemia, tras la cual ya nada será como antes, tiene un ganador indudable, China, que ya disputaba antes de la tragedia la hegemonía a los Estados Unidos. En octubre del pasado año, cuando aún no cabía siquiera ... presagiar lo que nos aguardaba pocas semanas después, Estefanía publicó un artículo en que hacía referencia a la denominada 'trampa de Tucídides', que tiene lugar cuando una gran potencia en ascenso disputa su hegemonía a la superpotencia dominante ya existente. Tucídides estudió las guerras del Peloponeso y las luchas entre Atenas (país retado) y Esparta (país retador). "Un profesor de la Universidad de Harvard, Graham Tillett Allison -explica Estefanía-, actualizó el concepto de "trampa de Tucídides" adaptándolo a la dialéctica chino-americana, primero a través de un artículo en The New York Times y luego en un libro sobre el caso. Allison describe 16 ejemplos de "trampas de Tucídides", de los cuales 12 acabaron en guerras entre potencias rivales y 4 supusieron ajustes profundos y a veces dolorosos en el interior institucional y en las sociedades tanto del país campeón como del aspirante".

     

     Aparentemente, China, que causó el gran contagio (hay que descartar las teorías de la conspiración, que ya están completamente desacreditadas) está ganando la batalla. En 2019, China, que no ha parado de crecer desde la revolución cultural en 1976, obtuvo un resultado modesto, un crecimiento del 6,1%. En el primer trimestre del año en curso, China experimentó en primer lugar la arremetida de la gran pandemia, e invirtió grandes cantidades de recursos en plantarle cara sanitariamente y en confinar al país. En aquel trimestre, la caída del PIB fue del 6,8%.

     

     En cuanto se consiguieron éxitos sanitarios con las drásticas prohibiciones y medidas de aislamiento, en términos que no hubieran sido concebibles en los países occidentales (no hubo debate sobre la cuestión: las autoridades dictaron las normas más radicales y molestas sin que la población pudiera rechistar), regresó la actividad productiva, con los lógicos problemas de comercialización. Y se consiguió un gran alarde: en el segundo trimestre, China creció un 3,2% con relación al mismo periodo del año anterior, mientras muchos países occidentales registraron retrocesos de dos dígitos. Unos 11 meses después del brote de Wuhan, las cifras oficiales del PIB de China atestiguan que el crecimiento será del 4,9% para el tercer trimestre.

     

     Por ello, China será probablemente la primera gran economía en lograr un crecimiento económico positivo este, del orden del 1,8% según el FMI, mientras que los Estados Unidos o la Unión Europea están afrontando una segunda oleada pandémica que con seguridad incrementará las distancias con respecto a la recuperada China. Incluso -depende de cómo evolucione este último trimestre-, el PIB de todo el año de China en 2020 podría superar al de Estados Unidos, marcando un hito histórico. El mérito de China, según los expertos -véase el artículo de Marc Fortuño en 'El blog salmón'-, no está tanto en las medias expansivas de la primera hora "sino en su sagacidad para abordar el choque en primer lugar y el principal foco de los esfuerzos del gobierno en los primeros meses de 2020. Y luego, al contener la crisis, fueron capaces de utilizar herramientas políticas, fiscales y monetarias, para luego estimular la demanda agregada después de que la crisis fuera controlada.

     Se trata de una lección importante para otras economías del mundo porque en el caso específico de Europa se está acuñando el estímulo fiscal y monetario masivo y podría verse socavado si no se tiene un control efectivo de la enfermedad".

     

     No debemos olvidar que la economía china está fuertemente intervenida -el mercado es subsidiario-, cuenta con la mano de obra esclava de una población dócil, consigue competitividad mediante dumping fiscal y se desarrolla en un marco de libertades totalmente restringido por unas autoridades no elegidas democráticamente. La gran pregunta es si se puede emular su eficiencia sin renunciar a las libertades y son incurrir tampoco en el populismo descarnado de Trump.

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Ver comentarios