Calor y ahorro de energía

Cada uno se protege como puede, o con los medios con los que cuenta que no están precisamente homogéneamente distribuidos

Felicidad Rodríguez

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Sudor, agotamiento, falta de concentración… Y es que este calor no hay quien lo aguante. Cada uno se protege como puede, o con los medios con los que cuenta que no están precisamente homogéneamente distribuidos. Quien tiene aire acondicionado, buscando las horas baratas; y el que no, abanicándose, desempolvando el ventilador, creando corrientes de aire en casa o, si llega el caso, durmiendo en hamaca en la azotea.

Dice el MoMo, el Sistema de monitorización de la mortalidad diaria del Instituto de Salud Carlos III, que durante el mes de junio hubo 830 fallecimientos atribuibles al exceso de temperatura; los datos de julio, por confirmar, suben hasta 1.913 el número de víctimas por el calor. Y es que el calor excesivo complica y agrava un montón de dolencias, cardiovasculares, renales, respiratorias... Sin contar con los golpes de calor y el aumento de la frecuencia cardiaca, los vértigos, la deshidratación o el síncope.

Ya entran sudores solo de pensar el calor que podemos llegar a tener en agosto. Como recomendaciones a tener en cuenta, los expertos indican usar ropa adecuada, utilizar los sistemas de ventilación y refrigeración, hidratarse convenientemente, controlar el tiempo de exposición a las fuentes de calor o buscar lugares frescos donde resguardarse; en estos dos últimos casos en la medida que ello sea posible porque no todo el mundo está, o puede ir, de vacaciones buscando lugares o ambientes fresquitos.

El Gobierno ya ha empezado a tomar medidas sobre las dos primeras recomendaciones, la vestimenta y la climatización, aunque no por el calor sino por el gasto energético. El Presidente, con criterio de ahorro ambiental, ha decidido quitarse la corbata y hacérsela quitar a sus ministros; así compensa el no tener que bajar la temperatura del aire acondicionado y eso que nos ahorramos.

Lo del tema de la corbata no es nuevo. Hace un montón de años, Bono, siendo presidente del Congreso, recriminó al ministro de Industria el no utilizarla, al tiempo que recordaba que la temperatura del hemiciclo no estaba para congelar a los diputados sino para «conservarlos».

No está muy claro, sin embargo, que el ahorro energético de quitarse la corbata compense el gasto del Falcon, el Super Puma y el coche oficial para hacer los 600 kilómetros, de ida y vuelta, entre Madrid y Cáceres. Sobre la segunda recomendación, la de los sistemas de refrigeración, el Gobierno anunció las medidas que se adoptarían en el Consejo de Ministros de esta semana.

En principio, todos los establecimientos, empresas, medios de transportes o los hoteles tendrían que ajustar sus aparatos de manera que el termómetro no baje de los 27 º C y cuando llegue enero y febrero la temperatura no podrá ser superior a los 19, pero esto último todavía queda muy lejos.

Ahora, lógicamente, tocará adaptar la guía del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el trabajo que establece que, para los trabajos sedentarios, la temperatura óptima en verano deber estar entre los 23 y 26º C, mientras que, para los que requieren un esfuerzo ligero, el margen adecuado está entre los 21 y los 25. No parece, sin embargo, que las estrategias a largo plazo para el ahorro eficiente de energía o la diversificación de sus suministros entren en el paquete.

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