Opinión

Bataclan, siete años después: «Un año, una noche»

Comienza con el silencio de la sala después del ataque y unos copos que no son nieve

Eduardo Moyano

Cádiz

La última película de Isaki Lacuesta, «Entre dos aguas» nos llevaba a San Fernando para contar el reencuentro de dos hermanos gitanos Isra y Cheíto que doce años antes, siendo adolescentes, habían sido los protagonistas de «La leyenda del tiempo».

En esas películas Lacuesta coguionista también junto a su compañera Isa Campo, describía la desesperanza de los jóvenes ante la falta de oportunidades en la provincia de Cádiz. No vislumbraban el futuro

Cuatro años después de «Entre dos aguas» ha cambiado de escenario, pero continúa acercándose a las personas, a conocer su interior y sus inquietudes.

«Un año, una noche» nos lleva al 13 de noviembre de 2015 cuando un grupo de yihadistas disparó indiscriminadamente por las calles de París y en particular en la sala Bataclan donde actuaba un grupo de rock estadounidense, Eagles of Death Metal. Ochenta personas murieron en su interior a consecuencia de los disparos en una noche en que hubo 131 muertos y más de cuatro centenares de heridos. El terror se instaló en la capital francesa.

El guion de «Un año, una noche» es del propio Lacuesta junto a Isa Campo y Fran Aráujo sobre el libro «Paz, amor y death metal», de Ramón González que sobrevivió a los atentados de aquella noche terrible que cambió radicalmente su vida.

A Lacuesta y al resto de guionistas no les interesaba describir el atentado sino los recuerdos de los sobrevivientes. No hay sensacionalismo, no hay morbosidad, nunca veremos a los muertos ni a los terroristas, solo la sensación de pánico que llega en forma de ráfagas durante el relato, las mismas sensaciones que percibe el espectador.

«Un año, una noche», comienza con el silencio de la sala después del ataque y unos copos que no son nieve y que sabremos después que son partículas de pólvora entremezcladas con los gases de los cadáveres. La cámara, tras ese arranque acompañado por «El lamento de la Ninfa», de Monteverdi, nos lleva a la calle para mostrarnos una pareja arropada por una manta isotérmica que camina con la mirada perdida .Lo hacen también en silencio, abrazados. Son Céline , Noémie Merlant («París, Distrito 13») y Ramón, Nahuel Pérez Biscayart («La rosa del desierto») que, llevan a cabo unas enormes interpretaciones.

Lacuesta no relata los atentados, se interesa más por las personas, en como asumieron durante un año la tragedia vivida. Muestra la violencia sin imágenes. Tenemos que reconocer a los terroristas sin verlos a ellos. Aborda el tema de las secuelas del terrorismo desde lo íntimo y la reacción de una pareja que ha sobrevivido. Él se siente incapaz de salir a la calle, de volver a relacionarse con nadie, ni siquiera volver a su trabajo. Su pareja, en cambio, parece no procesar lo ocurrido, lo oculta hasta el punto de que no le dice a nadie que ella estuvo en Bataclan. Trata de esconder en su memoria el horror que vivió. Pasa el tiempo, pero las imágenes del horror los acompañaran siempre.

Es una película que no dejará indiferente a nadie. Tanto Lacuesta como Isa Campo forman una de las parejas más sólidas de la cinematografía española y «Un año, una noche», así lo confirma.

Ambos, además, como escribí en esta misma columna, son dos de los cinco directores de la excelente serie «Apagón» que puede verse actualmente en las plataformas.

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