De Münzenberg a Argento

Cientos de batallones lanzados hoy contra la sociedad libre

Asia Argento, portavoz de MeToo AFP
Hermann Tertsch

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La actriz y directora italiana Asia Argento es portavoz de MeToo, una de esas asociaciones, organizaciones y movimientos que hoy proliferan y cuyo objeto social fundamental, vamos a ser francos, con perdón, es la intimidación y el acoso. Desde la más obscena hipocresía como acaba de demostrar la propia Argento, la campeona contra el abuso machista abusadora de menores. Muchas de estas asociaciones con sus bondadosos lemas y motivaciones humanistas tienen doble agenda. Porque su fin último es doblegar las resistencias de las sociedades libres a la imposición de unos postulados ideológicos totalitarios. Que son los mismos que se intentó imponer por la fuerza en el siglo XX. En experimentos y alardes de ingeniería social que naufragaron sin excepción en mares de sangre, miseria y dolor. Estas asociaciones parecen modernas. Hay montones de ellas en todo Occidente. La idea sin embargo es añeja. Su origen se remonta a aquellas asociaciones fantasmales que fundaba de incógnito el genial Willi Münzenberg con dinero que recibía de Moscú para apoyar en Occidente a la Revolución Bolchevique y después a Stalin. Entonces esos «lobbies» revolucionarios, grupos de presión, agitación y propaganda, se llamaban «Intelectuales por la justicia», «Abogados por la distensión», «Biólogos por la paz», «Amistad antifascista», «Madres contra el militarismo» etc. Reclaman tanta autoridad moral que aquél que ose criticarles, cuestionar su labor o intenciones, evidencia un carácter criminal y fascista.

Quién criticaba a la Asociación de Intelectuales Antifascistas por ser una organización comunista al servicio de la policía política soviética NKVD, era tachado de fascista. Y podía desaparecer en el Gulag para siempre. Hoy es un hijo de perra y un violador en potencia quien no aplauda a MeToo. Y lo dicen medios supuestamente serios. Quien no ayude es sospechoso de mala persona. Aunque utilicen la violencia, violen la ley, abusen de otros. La autoridad moral de la izquierda no es cuestionada. Muchas son las que se conocen por Organizaciones No Gubernamentales ONG, nombre hipócrita para organizaciones que viven precisamente del dinero del erario que facilitan gobiernos nacionales, regionales y locales y partidos. Todos lo hacen para quedar bien con los medios de comunicación, los grandes aliados de este inmenso negocio de ciertas ONG que es además hoy la maquinaria de agitación y propaganda más eficaz de la extrema izquierda en el mundo.

El victimismo es un arma favorita y capital en esta guerra cultural que muchos defensores de la democracia y la libertad aun no han entendido. Todos los grupos que forman los batallones del neomarxismo en esta guerra de asalto contra la democracia dicen haber sido maltratados. Por algún hombre, un colonialista, un fascista, un blanco supremacista, un militar o empresario, por las circunstancias, la sociedad, por la historia o el capitalismo, por el heteropatriarcado, por los curas, por Franco, por Weinstein o por Trump.

Claro que hay ONG que hacen una gran labor de ayuda a los más necesitados en todo el mundo con aportaciones privadas. Pero las grandes que aparecen a diario en los medios para imponer, con el victimismo del falso refugiado, la violación sistemática de las fronteras y la soberanía de las naciones europeas son agentes políticos privilegiados del gran proyecto neomarxista, volcado en la intimidación de la población occidental y su identidad histórica. Para consumar el asalto multicultural con la liquidación de los estados nacionales y el fin de la sociedad abierta y democrática. El objetivo es la destrucción del demos, del sujeto de la soberanía y de la identidad nacional, el único garante de la libertad. El multiculturalismo, ya avisó Giovanni Sartori hace 30 años, dinamita la democracia y acaba con la razón y la libertad. Estamos de nuevo en plena revolución cultural y muchos no se enteran.

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