Isabel San Sebastián

Morir bailando

Se nos ha ido Paloma Gómez Borrero, maestra de periodistas y embajadora de España, a quien tanto queríamos

Isabel San Sebastián
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No aparentaba la edad registrada en su documentación porque en realidad no era la suya. Paloma, nuestra querida Paloma, había encontrado el modo de cumplir un sueño que a muy pocos seres excepcionales les es dado satisfacer: morir joven, con los años llenos de vida, mirada inocente, mente ansiosa por aprender, sonrisa fácil, confianza en la condición humana y unas ganas indestructibles de seguir andando experiencias y apurando nuevos caminos.

Ha hecho mutis silencioso una maestra de periodistas que jamás alardeó de nada, no por fingida modestia, sino porque en realidad se hacía cruces pensando que su oficio, tan amado, pudiese ser merecedor de algún reconocimiento suplementario a la satisfacción de desempeñarlo hasta el último aliento. Una corresponsal aguerrida, pionera del gremio entre las féminas españolas, cuyo récord de exclusivas pulveriza el de la mayoría de sus compañeros sin que por ello diera jamás muestras del menor engreimiento.

Una auténtica feminista "avant l´âge", de obra y hechos más que de palabra hueca, cuyo trabajo ejemplar en un tiempo áspero, terriblemente avaro con las mujeres, resultó ser un referente impagable para millones de chicas que, como yo, aspirábamos a romper techos y barreras laborales sin por ello caer en la furia revanchista, ni abjurar de la familia, ni abrazar necesariamente la ideología de izquierdas. Una embajadora de España en Roma y Ciudad del Vaticano como no ha habido ni probablemente habrá otro, poseedora de todas las llaves y todas las simpatías.

Se nos ha ido a uno de sus múltiples viajes, éste un poco más largo, Paloma Gómez Borrero, a quien tanto queríamos. Los que tuvimos el privilegio de conocerla, de tratarla, sabemos que a su inteligencia, a sus múltiples méritos profesionales, sumaba los más importantes; los propios de una persona buena en el sentido machadiano de la palabra, generosa de sí misma, escrupulosamente coherente en la tarea de emparejar el credo católico que profesaba a su actitud siempre alegre y su eterna disposición a ayudar.

Dos semanas antes de su marcha compartimos plató en "Amigas y Conocidas", el programa de RTVE en el que coincidíamos a menudo, para celebrar el Día de la Mujer con un repaso a las conquistas alcanzadas en las últimas décadas y un recordatorio de las asignaturas pendientes. Iba vestida de rojo pasión, con un pañuelo de colores reflejo de cómo era ella por dentro. Luminosa, generosa, feliz. Su postura, como de costumbre, se alineó con el optimismo moderado, porque moderación y optimismo eran inherentes a su forma de ser y estar en el mundo. Optimismo templanza, sentido del humor y alegría. También picardía de niña grande que se niega a crecer del todo y en todo encuentra oportunidad para ampliar su saber, renunciando con plena consciencia a cualquier forma de sectarismo, fanatismo, intolerancia, mojigatería o soberbia susceptibles de impedirle abrir una puerta y asomase a su interior. Al finalizar el debate, sonó la canción de Vicky Larraz, "no controles", y todas nos levantamos a bailar. Ella, la primera. Bailó con la energía de siempre, con una enorme sonrisa en los labios, como si fuera la primera y última vez que bailaba.

Paloma querida… ¡Hasta siempre! Permaneces con nosotros en cada crónica redactada con verdad. En cada intervención televisiva o radiofónica preparada con esmero y apoyada en información contrastada. En cada desafío a los prejuicios y clichés falsarios. En cada sonrisa franca. En cada baile por bailar.

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